El robo de combustible se solapó por décadas enteras, para convertirse en un multimillonario negocio, equiparable a la delincuencia organizada, que maneja el trasiego de la droga, el cobro de derecho de piso, secuestros, trata de personas y hasta el pirataje, entre muchos otros delitos.
Nos robaban más de 65 mil millones de pesos cada año. ¡No al huachicol!
A estas alturas, ya nos quedó muy claro el enorme boquete económico que los ladrones de cuello blanco, que reclutaron huachicoleros de medio pelo, le estaban generando a Pemex y al país. No creo que exista alguien que se manifieste en contra de cortar de tajo un millonario ilícito, que incluso se equipara al presupuesto anual de Michoacán y de otras entidades, y que además corrompió desde altos directivos y funcionarios hasta empleados de la empresa productiva del Estado y empresarios gasolineros, entre muchos otros.
“Nos robaban más de 65 mil millones de pesos cada año. ¡No al huachicol!, a ver quién se cansa primero, no nos vamos a dar por vencidos; llamo a la población a que nos ayude”, dijo el presidente, Andrés Manuel López Obrador, mediante un video difundido en las redes.
“Es falso lo que dice el periódico Wall Street Journal, de que estamos comprando menos gasolina en el extranjero; incluso estamos comprando más, el desabasto es por el combate al huachicol; este periódico no investigó bien y no actuó con profesionalismo”, insistió AMLO tras las acusaciones de que habían dejado de comprar combustible desde octubre del año pasado y que eso era lo que verdaderamente había originado el desabasto y no el combate al huachicol.
¿Hubo estrategia?
Pero también a estas alturas, nos quedó claro que nadie en el gabinete de López Obrador dimensionó que la acción contundente contra el huachicol fuera a generar un terrible desabasto de combustible, por la incipiente estrategia de distribución, que funcionó a medias y a cuentagotas, ocasionando una polarización ciudadana tremenda; están los que todo le aplauden a AMLO, incluso sus errores y, por otro lado, a los que nada les parece y, dicho sea de paso, no podemos seguir divididos como sociedad; el presidente de México se llama Andrés Manuel y, nos guste o no, es quien debe implementar las políticas públicas adecuadas, para erradicar la corrupción y la impunidad, claro que sí, pero con estrategias inteligentes y que no afecten las actividades cotidianas de los ciudadanos y tampoco a los sectores productivos.
El gobierno de López Obrador, por supuesto que tendrá el apoyo generalizado para combatir la corrupción, pero debe de analizar los escenarios, debe poner a trabajar a sus especialistas para analizar el daño menor a la ciudadanía, en acciones tan contundentes y necesarias como el combate al robo del combustible. Y serán dos cosas las que la gente espere de AMLO; primero, que ya se restablezca el abasto de combustible, a la brevedad posible y, segundo, que no sólo vayan a caer chivos expiatorios en el tema del robo de combustible, sino que caigan los huachicoleros mayores, los de cuello blanco, que los investigue y, tras demostrar la culpabilidad, los encarcele, eso le daría una credibilidad moral bárbara.
No le responde el director de Pemex a Silvano
Mientras todo esto sucede, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, así como muchos diputados y senadores, exigen una explicación sobre el tema, de manera personal y ser tomados en cuenta para coordinarse y apoyar a que llegue el combustible al tanque de los automovilistas.
“Es una falta de respeto y una grosería que el director de Pemex ni siquiera responda una llamada o un oficio. Exigimos saber con puntualidad y certeza los tiempos y esquemas que permitan normalizar el suministro de combustible; nosotros ya estamos ayudando”, escribió en su cuenta de Twitter el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, quien previamente le había enviado una carta al director de la paraestatal, Octavio Romero, pidiendo una explicación sobre el desabasto.
AMLO, el presidente-vocero
Aunque el asunto está más que claro, la orden es del mismísimo AMLO, quien ya se ungió como el único que toca el tema ante los medios de comunicación y el único que responde a cualquiera, incluso a gobernadores, sobre los avances que existen en el combate al robo de combustible y al desabasto de gasolina; nadie más dice nada, si no es con el permiso del Ejecutivo federal. López Obrador es el presidente del país, el vocero, el estratega, el que aprueba o desaprueba a quién responder y a quién no; es su estilo, es su manera de actuar, así ha sido desde hace décadas y no va a cambiar jamás.
En un segundo tuit, el gobernador Aureoles Conejo cuestionaba la estrategia de distribución del combustible: “estamos a favor del combate frontal al robo de combustible, pero no sacrificando de manera severa las actividades económicas y productivas de estados y municipios, que están viendo mermada su estabilidad con esta medida unilateral y sin las previsiones que su alcance exigía”.
¿Recuerdan a Gabriel Quadri?
Muchos responderán: ¿Quadri? Sí, ese que fue candidato presidencial en 2012 y que poco o nada recordamos de él, más que la mirada que le echó a la edecán de uno de los debates presidenciales y el que su madrina fue la maestra Elba Esther Gordillo. Pues en plena guerra contra el huachicol, al señor, que tiene cierto parecido con el doctor Chunga (personaje de Andrés Bustamante), se le ocurrió tuitear lo siguiente: “Si México no tuviera que cargar con Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sería un país de desarrollo medio y potencia emergente”, y las respuestas que ha recibido han sido desde las más elegantes hasta mentadas de madre.
De verdad, cuando uno piensa “ya vi todo en la política, ¿con qué más me pueden sorprender?”, sale Quadri con sus estupideces y genera molestias en la comunidad tuitera. Es cierto, cada quien es libre de escribir y expresar lo que uno quiera en redes, pero tan sólo de pensar que fue candidato presidencial, ¿y si hubiera ganado? ¡Caray!, ese es el nivel de muchos de los que integran la clase política en este país. Triste realidad.