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FOTOS: Haití, a tres años del terremoto

Cuando un terremoto de 7.0 grados en la escala de Richter destrozó a Haití hace tres años, la ex primera ministra, Michele Pierre-Louis, pensó que podría convertirse en una catalizadora para un cambio positivo. “Pensé que sería una oportunidad para que nosotros cambiáramos y mejoráramos”, reflexiona. “El terremoto trajo mucha atención, pero lo que yo había pensado que haríamos nosotros mismos no sucedió”.

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El sismo causó la muerte de 220 mil personas, dejó heridas a más de 300 mil y sin hogar a 2.3 millones. Tres años después, muchas cosas, de hecho, mejoraron. Puerto Príncipe tiene un magnífico aeropuerto nuevo y 70% de los residentes de campamentos han sido alojados permanentemente. 

En el lugar donde una estación de gas explotó se está construyendo una nueva, aunque el edificio que está al lado sigue siendo una pila de concreto.

Con un tráfico enloquecedor y muchos puestos de comercio de acera, Puerto Príncipe ahora se ve como cualquier otra gran ciudad del mundo en desarrollo. Algunas celebridades han mantenido incluso su compromiso: Sean Penn es un visitante frecuente, como Donna Karan y Ben Stiller.

Los centros escolares han sido reconstruidos. Hay decenas de niñas y niños caminando a casa con sus uniformes limpios: 400 de ellos van a la escuela del Príncipe Jean Edouard, que queda en uno de los campos restantes. La escuela recién construida tiene aulas ordenadas, cada una con una capacidad para 56 estudiantes. 


“Algunos de los alumnos se encuentran en circunstancias muy difíciles”, explica Edouard, director del instituto. “Viven tan hacinados que hay un ambiente bastante promiscuo y los niños hacen comentarios de dicho problema. Ése es uno de los desafíos que debemos enfrentar”. Aun así, los pequeños tienen la suerte de estar vivos: el terremoto fue a las 17:00 horas, cuando ellos habían dejado la escuela y estaban afuera. De lo contrario, la cifra de muertos habría sido mayor.

“Nunca pensé que lograría salir del edificio con vida”, recuerda Sophia Stransky, directora ejecutiva de la Fundación Digicel Haití y nacida en Puerto Príncipe. 

“El edificio temblaba, había mucho polvo y un gran incendio. Creíamos que estábamos siendo bombardeados, pero ¿quién quería bombardear a Haití?”. Nadie. Haití es de interés estratégico para un mínimo de países. 

“Incluso así los donantes no se cansan de apoyar”, observa Javier Pérez, embajador de la Unión Europea (UE) en dicha nación. 

“Este organismo, por ejemplo, mantiene su ayuda a pesar de la crisis financiera. El desempleo sigue siendo un gran problema, el país tiene que ser más resistente ante los desastres naturales. Tenemos que aceptar que la reconstrucción es un proceso a largo plazo, pero Haití tiene dos líderes dinámicos en el timón. Siento que hay un nuevo impulso”.

Lo mismo ocurre con Damien Blackburn, CEO de Digicel, el gigante de la telefonía móvil. 


“Haití es una buena oportunidad de negocio”, explica mientras vamos en su automóvil, que es acompañado por un fuerte grupo de guardaespaldas. 

“Hay tantas cosas que reconstruir y estamos aquí, porque hay una necesidad muy fuerte y real de telefonía. Hay pocos caminos para transportar nuestras torres de teléfono que funcionan con generadores diésel. También hay muchos jóvenes que están dispuestos a trabajar”. Digicel está apostando por el futuro de Haití mediante la financiación y construcción de escuelas y formando profesores.

Análisis

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“No hay ninguna clase política adecuada”

Recibieron muchos fondos a causa del terremoto, pero nos dejaron a nuestra propia suerte. Es vergonzoso.

Y el dinero no llegó a Haití, para empezar. Fue destinado a cosas como  a la entrega de ayudas por aire y a los barcos-hospitales. ¿Por qué estamos tan maltratados y en un callejón sin salida? Simplemente porque no podemos salir de donde nos encontramos, pero si nos atenemos a que llegue la ayuda, perderemos la dignidad.

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Nuestro gran problema es que no tenemos una clase política adecuada. Existen 100 miembros en el Parlamento, pero no hay convicciones. Sólo piensan en su propio interés. Debemos hacer una declaración diciendo: “Podemos salir por nuestros propios medios” y luego hacerlo.

Otro gran problema en este país es que tenemos una división entre la élite y las masas. No hay ninguna movilidad social. La nación ofrece tan poco a la clase media que en la primera oportunidad ellos se van.

Cuando le pregunto a la gente joven, “si un país le diera una visa, ¿te vas?”, Siempre dicen: “Yo me iría incluso sin visado”.

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