Las revelaciones de que el gobierno de Estados Unidos ha recopilado datos de llamadas telefónicas y tiene acceso directo a los mayores servidores de internet parece haber revelado un rostro poco conocido del presidente Barack Obama.
Las revelaciones hechas por los diarios The Guardian de Reino Unido y The Washington Post generaron críticas inmediatas entre quienes consideraron estas acciones como un exceso en los alcances del gobierno en su lucha contra el terrorismo.
Mucho del malestar estuvo dirigido a Obama, quien el viernes pasado se vio obligado a salir al paso de la andanada de críticas para defender el monitoreo de llamadas y el programa de intervención de los servidores de internet, este último denominado Prism.
“Mi valoración y la de mi equipo es que (ambos programas) nos han ayudado a prevenir ataques terroristas”, dijo el mandatario respondiendo a preguntas durante una aparición en San José como parte de su visita de trabajo a California.
Insistió además, que contrario a cualquier noción pública, “cuando se trata de llamadas telefónicas, nadie está escuchando sus llamadas”.
Ello no fue suficiente para aplacar las críticas provenientes de todos los rincones, incluyendo algunas voces en el Congreso, donde un grupo selecto de legisladores de ambas cámaras conocía la existencia de ambos programas desde su implementación en 2007.
Una de las más poderosas por su impacto visual y que dieron mucho de que hablar fue el fotomontaje del portal The Huffington Post que muestra el rostro de Obama con algunas facciones de su antecesor, George W. Bush, incorporadas a la imagen.
El portal justificó el fotomontaje por considerar que la de Obama era como la administración de Bush, bajo la cual se iniciaron los programas de monitoreo de llamadas telefónicas y Prism al amparo de la Ley Patriota.
Maureen Dowd, una de las más leídas columnistas del diario The New York Times, hizo eco de esta crítica al recordar como en 2007, el entonces senador y aspirante presidencial Barack Obama dijo que no le gustaría llevar las riendas de una administración como la de Bush.
Esta reacción de asombro parece haber sido alimentada también por la actuación de Obama en el Senado, particularmente en 2005, cuando patrocinó una iniciativa de ley que limitaría de manera considerable la habilidad del gobierno para espiar sobre los estadunidenses.
Sin embargo, para algunos que conocieron a Obama antes que ingresara a la arena política, su actuación en el ámbito de seguridad nacional no resulta una sorpresa ni revela nada nuevo sobre su personalidad y su manera de pensar.
Contrario a lo que el propio mandatario dijo el viernes pasado, cuando insistió que el tema de las libertades civiles le preocupa ya que en poco más de tres años él pasará a ser un ciudadano más, Obama está lejos de ser un liberal apasionado como algunos lo perciben.
“Él no es un libertario civil apasionado. El es un libertario civil racional”, dijo al diario The Washington Post, Geoffrey R. Stone, profesor de leyes de la Universidad de Chicago, quien contrató a Obama como profesor en esa casa de estudios y quien asesoró su campaña presidencial en 2008.
Stone dijo que el ex profesor constitucionalista “es frío, razona y actúa con base en hechos. No es que él vaya a salirse del camino en ambas direcciones”.
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