El Vaticano contiene el aliento en vísperas de la primera reunión “del grupo de los ocho” cardenales, creado por Francisco, para ayudarle en la reorganización de la Curia y en el gobierno de la Iglesia universal.
El equipo está formado por gigantes del trabajo pastoral, elegidos para presidir asambleas episcopales continentales. Han consultado a sus colegas de cada continente y encarnan las antípodas (contrarios) de los problemas de la Curia vaticana: las cordadas de protegidos, la pasividad y el clericalismo, entre otros asuntos.
El 13 de abril pasado, cuando los grandes expertos curiales esperaban ser convocados para opinar sobre la reforma, Francisco les sorprendió creando un grupo formado enteramente por outsiders, es decir, como el problema está dentro, la solución tiene que venir de afuera.
Según el portal abc.es, el G-8 está presidido por un cardenal del Nuevo Mundo, Oscar Rodríguez Maradiaga, antiguo presidente del episcopado latinoamericano (CELAM) y presidente desde hace seis años de Cáritas Internationalis, que engloba todas las Cáritas del planeta. Como las mayorías absolutas de los fieles católicos están en América, hay otros dos cardenales americanos. Francisco Javier Errázuriz Ossa, de Santiago de Chile, antiguo presidente del CELAM y Sean O’Malley, de Boston, experto en “hacer limpieza” en diócesis corroídas por los abusos sexuales.
