El fotógrafo habló con Publimetro desde su hogar en Ámsterdam acerca de las tribus más remotas del mundo, de las que habla en su libro Before they pass away.
La triste realidad de los pueblos indígenas en el mundo
¿De qué trata tu proyecto?
– Tardé casi tres años visitando 29 tribus remotas y únicas a lo largo de 44 países, documentando sus rituales y fotografiando sus atuendos tradicionales, joyería, armas y símbolos. Traté de recordar todas esas cosas que les han dado a los indígenas su identidad. Fui inspirado por el etnólogo estadounidense Edward S. Curtis, quien en el siglo XX fotografió a los nativos americanos que encontró en su cultura. Los hizo vestir con sus ropas típicas y sus plumas antes de que fueran desechados.
¿Por qué decidiste representarlos de una manera tan romántica?
– Quería hacer un documento artístico de las últimas personas más hermosas y auténticas del planeta. Me interesaba darles atención e idealizarlas como hacemos con aquéllos a quienes les damos una portada en una revista. La fotografía es la decoración o el empaque debajo de una gran historia; la cual es que entre más remotas son estas culturas, más balanceadas se encuentran, y en mi opinión, en muchas formas más felices porque permanecen completamente en contacto con ellos mismos y con el entorno en el que viven.
¿Qué lección personal aprendiste?
– Hay una simple regla: entre más lejos estaban las personas, más apartadas estaban del mundo desarrollado y era más fácil comunicarse con ellas. Entre más cerca estaban las tribus del mundo desarrollado, con más acceso a celulares y a Internet, más suspicaces eran y de cierto modo, habían perdido más su seguridad.
Las personas de Ckukotka, en el extremo nororiental de Rusia, eran probablemente las más amables de todas por el respeto que me demostraron al haber viajado hasta allá. Una extraña paradoja, pues era uno de los lugares más fríos del mundo, pero la personas eran las más cálidas.
Tu libro y proyecto Before they pass away suena un poco como a una premonición.
– Es un mensaje vibrante para que las personas de estas tribus preserven su identidad cultural. Sí, ellas tienen la libertad de modernizarse y de acceder a una forma de vida urbana, pero eso no los hará felices necesariamente. Estoy diciendo: “No hay que tirar todo por la borda, porque el mundo se convertirá en un planeta gris y homogeneizado”.