Mujeres de entre 20 y 34 años de edad ofrecen su vientre en redes sociales a precios de entre 100 y 180 mil pesos, con el objetivo de ‘ayudar’ a parejas heterosexuales y homosexuales a ser padres; sin embargo, esta práctica sólo es legal en Sinaloa y Tabasco.
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A través de la página de Facebook “Madre subrogada, alquiler de vientre en México”, personas ofrecen su cuerpo para realizar la llamada gestación por contrato o maternidad subrogada en toda la República.
“El tratamiento por lo regular es in vitro y el costo depende del caso (si necesitas óvulo donado o esperma). Hay paquetes que incluyen tres intentos o sólo uno, pues muchas veces no se queda embarazada la primera vez. Además, hay que analizar si es con medicamento o no. Los costos del vientre subrogado alcanzan hasta los 180 mil pesos dependiendo el embarazo, pues depende si es un bebé o dos”, indicó en entrevista Paty Barrera, quien renta su vientre a través de esta página.
Sin embargo, existen agencias o personas que intervienen para que se lleve a cabo el proceso, por lo que la asociación Gire, dedicada a defender los derechos de la mujer, indicó que es necesario establecer medidas para prevenir la explotación y asegurar el consentimiento informado de las mujeres gestantes, la cual “no tiene por qué realizarse necesariamente de forma altruista”.
“Nosotros vemos la renta del vientre como comercialización de seres humanos, pues a esa mujer se le quita el hijo que parió a cambio del dinero. Nos parece increíble que la gente no vea que llevarse un bebé significa estar comprando una criatura y nos alarma mucho que una atrocidad de este tamaño se deje pasar”, precisó en entrevista Laura Leucona, integrante de la asociación Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler (Femmva).
¿Prohibición o regulación?
De acuerdo con GIRE, “prohibir la gestación subrogada y, en especial, imponer penas a quienes la practiquen empeoraría las condiciones en las que se lleva a cabo este proceso, pues favorecería la persecución que ya viven muchas mujeres gestantes y contribuiría a vulnerar aún más los derechos de las niñas y niños nacidos como resultado de estos acuerdos”.
Por su parte, la coordinadora del Área de Derechos Reproductivos en el Programa Universitario de Bioética de la UNAM, Lourdes Enríquez, aseguró que el Estado debería regularlo y no prohibirlo, ya que el avance de la ciencia (que es la maternidad subrogada) es un derecho humano.
“Es peligroso para la mujer tener tres o cuatro embarazos, no puede dedicarse a eso o a vender óvulos porque dañaría su cuerpo. Además, hay vacíos en la ley civil, tiene problemas jurídicos muy importantes al momento de registrar al niño, ya que a veces los padres son parejas homosexuales, por eso se tiene que regular a nivel federal, aunque no veo la forma que se pueda hacer porque cada estado tiene su propio código penal”, precisó.
Cifras opacas
Asociaciones y expertos en el tema resaltan lo opaco que es saber cuántos nacimientos se han registrado a través de la gestación subrogada; incluso, Gire asegura que las mismas dependencias niegan la información con el pretexto de que no es su responsabilidad llevar el conteo o que es por seguridad de los menores.
“GIRE envió durante cinco años solicitudes de información pública para saber cuántos procesos de gestación subrogada se tenían registrados anualmente; sin embargo, las autoridades cuestionadas respondieron que el registro no era su responsabilidad o que, por protección a la privacidad de las niñas y niños nacidos bajo estos acuerdos, no sistematizaban la información”.
Para Laura Leucona estos procedimiento no sólo son opacos, sino que pueden dar entrada a otros delitos, como el tráfico de bebés, de personas y hasta de órganos.
“La industria nos quiere hacer creer que las mujeres acceden por gusto a vender un hijo parido por ellas, y no qué tan desesperada tiene que estar para entregarlo a personas desconocidas a cambio de dinero; es un abuso la sola práctica”, resaltó.
Maternidad compartida
César Tapia es un hombre homosexual de 29 años, casado, originario del estado de Jalisco y actualmente vive en el Estado de México.
Él, junto con su esposo, decidieron ser padres por medio de una “inseminación artificial casera”. Su hija Melisa ya tiene un año y se encuentra bien de salud.
¿Cómo vives la paternidad?
— Tengo una paternidad compartida. Melisa tiene dos mamás y dos papás (mi pareja y yo). Fue a través de una inseminación artificial casera; es decir, usamos una jeringa con esperma y en tres intentos mi amiga quedó embarazada. Mi hija está regsitrada a nombre de su madre biológica y mío.
¿Es difícil llevar una maternidad compartida? ¿Has sufrido discriminación?
— Para nosotros no hay diferencia de “es mi hija biológica”, sencillamente son dos papás y dos mamás, cuatro opiniones diferentes y decisiones que debemos manejar para que sean una sola.
En cuestión de mi trabajo tengo el apoyo, somos bienvenidos los cinco. Jamás he sufrido alguna discriminación por ser padre, al contrario, he tenido muchísimo apoyo en todos los aspectos.
He pasado discriminación por mi familia, lo ven mal por la religión, para ellos es malo. Estuve acudiendo al psicólogo y tengo la idea de educar a mi hija conforme a creencias, enseñarle a respetar y ser abiertos con ella, para que no tenga miedo de contestar. No queremos que sea reprimida.
¿Cómo es la convivencia con las mamás?
— Buena, tratamos de apoyarnos para darle lo mejor a Melisa. Nuestras convivencias las dividimos, ellas en la semana y nosotros los fines, pero por distintas cuestiones eso cambia seguido. Por lo regular mi hija pasa dos días a la semana con nosotros y los demás con sus mamás.
¿Consideras importante que se legalice en todo el país?
— Sí, lo considero muy importante, ya que muchas veces se presentan dificultades con la mamá en cuestión de cómo lleva el embarazo. Durante la gestación no tenía un derecho como ciudadano, no tenía voz ni voto ni nada, si tu hija llega a morir no tienes la forma de reclamar o recibir, porque, según abogados, tu hija no existe.
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