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México retoma el desarrollo de vacunas con 30 años de retraso

El desarrollo del Instituto de Biotecnología de la UNAM, podría lograr vacunas que se apliquen en menores de edad

Dra. Laura Palomares.
El desarrollo se encuentra en fase de prueba en animales. Foto: Cortesía UNAM.

México retoma el desarrollo de vacunas buscando una efectiva contra el Covid-19 y lo hace a 30 años de perder su liderazgo en la materia, reconoce Laura Alicia Palomares Aguilera, del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

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La académica que lidera uno de los grupos de investigación académica, adelantó que una vez concluida podría ser aplicada en menores de edad.

«La ventaja y la razón por la que escogimos esta plataforma es porque es muy segura y se ha demostrado que los efectos secundarios son menores; en comparación con otros acercamientos», compartió en una entrevista con Publimetro.

¿En qué vamos con la vacuna contra Covid-19?

—Con nuestro primer prototipo estuvimos desplegando regiones del virus SARS CoV-2 en otro virus y la idea funcionó muy bien a nivel laboratorio.

Pero cuando quisimos pasar a la fabricación —con buenas prácticas— para poder usarlas en humanos, encontramos que nuestro producto es muy complicado.

En particular, que los rendimientos que teníamos, es decir, el costo era muy alto y que el proceso de purificación que necesitamos no nos resultó con la calidad de un producto farmacéutico.

Ahora estamos trabajando con un segundo prototipo que es un concepto diferente en el que colaboran con el IMSS, con un adyuvante de hace muchos años.

Aquí el mensaje es que el desarrollo de vacunas es a prueba y error.

Lo que sucedió con nosotros es lo normal, uno propone algo, funciona bien pero si después no se puede fabricar o no es el adecuado, es el momento de regresar al pizarrón de diseño.

¿Prevén avanzar este año y contar con recursos?

—Hasta este momento tenemos los recursos asegurados para los trabajos de este año.

El financiamiento de ahora es para terminar todo el desarrollo en animales de este segundo prototipo que mencioné y esperamos tenerlo este año.

Si todo sale bien, ya tenemos la promesa de financiamiento para la fase siguiente; que es la fabricación industrial de material para las pruebas clínicas y las propias pruebas clínicas.

Pero a pesar de que hemos tenido ofrecimientos de financiamiento, no los hemos aceptado porque para mí es importante tener la certeza de que todo está funcionando, antes de adquirir compromisos mayores.

¿México va tarde en el desarrollo de esta vacuna?

—México va tarde, pero no de ahora, sino de hace 30 años.

Recordemos que México era un país con la capacidad de producir y desarrollar sus propias vacunas, hasta los noventa, cuando la perdimos.

Ahora el camino que hay que recorrer es mucho más largo y complicado si nos comparamos con países que desarrollan y elaboran sus vacunas todo el tiempo.

No estoy hablando de Alemania o Estados Unidos, sino de Cuba o Brasil, por ejemplo.

Nuestra tardanza no es de hoy, sino ha sido la necesidad de crear el camino, de abrir brecha y, entonces como producto primario está el establecimiento de sus laboratorios.

Ahora la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), en donde la UNAM ya tiene laboratorio de su red, da capacidades para análisis, caracterización de vacunas y de material de pruebas clínicas.

Por otro lado, el laboratorio de Alta Seguridad BSL3 estará listo para la próxima vez que se requiera.

Obviamente para la investigación básica que se requiere con este tipo de instalaciones en el Instituto de Investigaciones Biomédicas y otro laboratorio con capacidad 3, en la Facultad de Veterinaria.

¿Esta vacuna podría aplicarse en menores de edad?

—Sí, aunque nuestra tecnología podemos llamarla más tradicional —pese a que antes de que llegara esta pandemia se consideraba de punta—.

Nosotros básicamente estamos trabajando con proteínas.

Digamos que las más tradicionales o antiguas como la de Sarampión, que es de virus inactivado; de ahí pasamos a las de proteínas como la Hepatitis B, Papiloma Humano y de Influenza B combinante, la nuestra es de este tipo.

La ventaja y la razón por la que escogimos esta plataforma es porque es muy segura; y se ha demostrado que los efectos secundarios son menores, en comparación con otros acercamientos.

¿La provisión sigue siendo probar en humanos el próximo año?

—Ese es el plan, pero todo depende de cómo nos vaya con los animales y qué es lo que nos falta, vacunarlos y retarlos con el SARS CoV-2.

Eso necesariamente se tiene que hacer en laboratorio con nivel de bioseguridad 3, que es lo que hemos estado avanzando en paralelo.

¿Cuál es la importancia de que México retome la batuta de producción de vacunas y que se tome como prioridad?

—Considero que hay tres puntos de vital importancia; el primero es la capacidad de respuesta y disponibilidad de vacunas en el país.

El segundo, tiene que ver con la parte económica, porque es importante recordar que cuando se hace fabricación nacional, por cada peso que se gasta, 90 centavos permanecen en México.

Pero cuando importamos, esos 90 centavos se van al extranjero, aparte tiene que ver con nuestros alumnos y jóvenes en general.

Obviamente que con la fabricación nacional tendremos una oportunidad para que estos jóvenes puedan desarrollar sus carreras técnicas aquí en el país.

La tercera, es tener el conocimiento para «que no nos vendan espejitos», por llamar de alguna manera.

El tener estas capacidades permite evaluar otras tecnologías del extranjero y asegurarte que lo que está entrando al país es seguro, eficaz y de alta calidad para los mexicanos.

¿Considera que hay vacunas de baja calidad aplicadas en el país?

—No, no considero que sea así. Básicamente, el grupo de expertos médicos que están de parte del comité de Salud —evaluando las vacunas— tienen todo el expertise que se requiere para la eficacia.

Quisiera resaltar que una vacuna no nada más es cuestión de pruebas clínicas, también se requiere tener procesos adecuados que resulten en calidad, reproducibilidad; ahí es donde creo que nos está haciendo falta tener más experiencia a nivel nacional y la mejor manera de adquirir esta experiencia es haciendo las cosas tú mismo.

¿A nombre de quién se registrará la vacuna?

—Es muy importante resaltar que una universidad como la UNAM y otras instituciones de investigaciones y de educación superior, no somos fabricantes o distribuidores de vacunas.

Este tipo de desarrollos necesariamente tienen que ir acompañados por la industria farmacéutica, idealmente nacional y basta ver las vacunas que están ahorita Oxford-Astra Zeneca; los titulares de los registros normalmente van a ser estos laboratorios que serán dónde se fabrique y que ellos decidan tomar el desarrollo como propio.

¿Cuál podría ser el costo?

—Podemos pensar en un costo parecido al que tienen otras vacunas similares basadas en proteína que tiene un rango muy alto dependiendo de la escala. Estamos hablando de un costo menor a las de RNA mensajero (Pfizer y Moderna) y mayor a las de tipo Sinovac o Sinopharm.

¿Cuál es el reto a desbloquear en un futuro cercano?

—Mi grupo de investigación trabaja en el desarrollo de vacunas desde el siglo pasado y entonces en esto no somos nuevos, ya hemos podido llegar a lograr vacunas que se usan en humanos y continuaremos nuestra investigación en la parte del desarrollo e investigación y caracterización en vacunas como hemos hecho hasta ahora.

Con nuestros modelos estamos trabajando con virus Zika y Dengue y, estamos utilizando otro tipo de tecnología y estrategias para el desarrollo de nuevas vacunas.

¿Hay algo que quiere agregar?

—Resaltar el que yo soy la cara de un equipo muy grande, en el Instituto de Biotecnología,  además del desarrollo de vacunas que encabezo yo, se trabajó mucho de parte de de lo que fue el montaje de la técnica de diagnóstico por PCR, en colaboración con el Indre.

También se trabaja en la secuenciación del SARS CoV-2 a través del Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica, así como terapias, inmunoterapias tanto basadas en anticuerpo monoclonales como basadas en suero de caballo.

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