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Bicentenario: La refinada moda de 1810

El traje identifica a quien lo lleva. Así, la moda en la época de la Colonia decía quién era quién por las calles de la ciudad. 

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A principios del siglo XIX, los habitantes de la Nueva España solían pasearse por las plazas públicas, así podía verse al barón de Humboldt vestido al último grito de la moda: casaca de corte militar, pantalón largo y bombín de ala ancha. En las mujeres la moda dictaba otra cosa, pues su atuendo es casi recto, telas suaves, talle alto, y mangas de globo. El pelo se llevaba recogido o se peinaban con rizos para atraer las miradas de los señores. Las más atrevidas llevaban escote y usaban chalinas y pañuelos de encaje. 

Es común también ver a esas damas competir y presumir su vestimenta, si al­guna usaba dos collares, las otras se ponían cuatro. La competencia entre la opulencia era fuerte, comen­ta Guillermo León, reconocido diseñador e historiador de la moda. “No en balde llevaban en la cintura dos relojes, uno que marcaba la hora de España y el otro el tiempo de la Nueva España”. 

Así, los adinerados usaban seda, terciopelos y adornaban su ropa con metales preciosos. Tanto hombres como mujeres lucían vestidos muy bien elaborados a su justa medida y siguiendo los dictados de lo que en Europa estaba vigente, sobre todo con más influencia española que francesa, pues en aquellos tiempos no existía tanta comunicación como hoy, es por eso, que las pelucas no tuvieron tanto auge en el territorio nacional.

Pero no olvidemos, que en toda época existen los que llaman la atención con sus atuendos, estos eran conocidos como las currutacas y petimetres, personas de clase alta preocupados o esclavizados por lo que se iban a poner. Ellos eran la exageración con calzados raros, me­dias detenidas por hebillas y pantalones estrafalarios.


Sin embargo, la moda también la imponían los gobernantes. A la llegada del Virrey Francisco Xavier Venegas a tierras mexicanas, el cabello corto y las patillas se implantan en los hombres.

Llega la guerra y la tendencia es otra, ya no hay el espíritu derrochador de años anteriores. Luis González Obregón en su obra La vida en México en 1810, describe a los héroes de la Independencia de la siguiente ma­nera: “Hidalgo llevaba vestido azul con collarín, vuelta y solapa encarnada, con un bordado de labor a menuda de plata y oro. Por su parte, Allende vestía uniforme de capitán general, que consistía en chaqueta azul, collarín, vuelta y solapa encarnada, con galón de plata en las costuras y un cordón en cada hombro, que dando vuelta en círculo se juntaba por debajo del brazo, con botón y borla colgando hasta el medio mus­lo”.

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