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El presidente Felipe Calderón recordó a los casi 20 jóvenes asesinados en Villas de Salvárcar el 30 de enero de 2010 y, ante los padres de algunos de ellos subrayó que dejaron una raíz “que nos enseñó a sembrar un nuevo Juárez”.
Acompañado por su esposa Margarita Zavala e integrantes de los gabinetes de seguridad y social, el mandatario realizó un recorrido por la zona que inició con la inauguración de la Biblioteca Villas de Salvárcar, donde leyó el cuento de “El vampiro vegetariano” de Alejandro Navarrete a niños de tres y cuatro años.
Después visitó la Unidad Deportiva del lugar, echó el volado para el inicio de un juego de fútbol americano y otro de fútbol rápido, escuchó a un grupo musical formado por menores de edad, y al final degustó un tradicional “burrito” con refresco y entabló un breve diálogo.
Guadalupe, madre del joven Rodrigo Cadena, quien fue asesinado ese 30 de enero de 2010, recordó que tras los hechos clamaban por “unirnos como sociedad y como gobierno para hacer algo por esta ciudad”, y rindió tributo a los jóvenes fallecidos a manos de un grupo de sicarios.
“Los muchachos partieron, dejaron mucho dolor en cada uno de nosotros, pero lo hemos venido subsanando, trabajando, eso es lo que necesitaba la ciudad”, expresó.
También pidió a los padres de familia presentes que “amen a sus hijos como si fuera el último día. Dénles ese beso cada día, cada mañana. Yo recuerdo mucho lo que Rodrigo me decía y se lo dije en aquel momento: el último beso no se olvida, no sabemos cuál es el último día que tengamos de vida”.
“Hay que dar ese último beso a nuestros hijos como si fuera el último día”, insistió, y señaló que su pasión es estar en esta Villa Deportiva, ver el futbol americano y “así sea con bastón” les echará porras siempre a los jóvenes.
El presidente Calderón mostró su gusto por estar en Villas de Salvárcar, “que ha renacido con esta Unidad Deportiva”, e hizo ver que los 30 millones de pesos que requirió “son los recursos mejor gastados de todo este esfuerzo de todos”.
Dijo que “eso no sólo cambia el rostro de Villas de Salvárcar, sino que, dado que se convirtió en el corazón de Juárez y de México, también nos ha cambiado a todos el corazón, nos ha hecho ver las cosas de manera distinta”.
“Y por esos ángeles que se fueron al cielo y que extrañamos y que siguen en nuestro corazón, a ellos también debemos que nos hayan abierto los ojos a tantas cosas que había aquí”, concluyó.
