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De piratas a inversionistas

Envidia a los residentes de Eastleigh, Nairobi: a pesar de la recesión global, las inversiones siguen fluyendo. Tienen nuevos centros comerciales y más están en construcción. El barrio es llamado El Pequeño Mogadishu y muchos de los inversionistas son piratas.

“Los piratas somalíes están haciendo grandes negocios secuestrando barcos y la mayoría de su dinero es lavado en Nairobi”, explica Ernesto Savona, profesor de Criminología en la Universidad Católica de Milán.

“El Pequeño Mogadishu es hermoso, con sus coches y edificios nuevos. Con un rescate de nueve millones de dólares puedes construir un edificio moderno completo en Nairobi”. Sólo hace algunos años, Eastleigh – el llamado El Pequeño Mogadishu– era un barrio pobre.

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La piratería está en auge en El Cuerno de África. Tan sólo en 2010, más de mil marinos fueron tomados como rehenes. Según las Naciones Unidas, los corsarios fueron pagados con un promedio de 4.85 millones de dólares y un estudio nuevo reportó que la piratería somalí ahora cuesta al mundo siete mil millones de dólares al año.

“Quiero sacar a toda mi familia de Somalia porque no hay esperanzas de paz aquí”, dijo Hassan Farah, un pirata a un diario local. “Estoy tratando de conseguir dinero suficiente de la pesca ilegal de barcos que secuestramos para ir a Europa”, agregó.

Pero igual que la mafia, los piratas somalíes necesitan lavar sus fortunas en alguna parte. “Los métodos más comunes de lavado son: invertirla en bienes raíces o negocios fantasma, enviar dinero a familiares o comprar productos caros en efectivo”, explica un vo­cero de la Oficina de Drogas y Crimen de la ONU.

Nairobi es un lugar lógico para invertir: Kenia es su vecino y Somalia tiene un Gobierno estable, igual que un gran número de somalíes, la mayoría de los cuales residen en Eastleigh.


A pesar de que la mayoría de estos somalíes son respetuosos de la ley, a sabiendas de estar haciendo negocio con dinero de la piratería. “Nuestro país no puede absorber este tipo de dinero en efectivo”, anota Mark Schroeder, director de inteligencia de África para Stratford. “Nairobi puede. Además, es un lugar estable y cómodo para vivir”.


Agárrame, si puedes

Hasta la década de los noventa, las aguas del Cuerno de África fueron re­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­lativa­mente pacíficas. Luego, los somalíes en­furecidos por la sobrepes­ca de barcos extranjeros comenzaron a atacarlos. Fue ahí cuando se dieron cuenta de la fortuna que podían hacer. Desde entonces, la piratería ha explotado. En 2007, 26 barcos fueron secuestrados; en 2010 la cifra fue de 400 y el problema persiste, a pesar de que en 30 países ahora tienen comandos navales en el área. “Los piratas soma­líes son muy jóvenes”, anota Ernesto Savona. “Si van a prisión, son rápidamente reemplazados por otros piratas bisoños. Y cuando salen de la cárcel, vuelven a secuestrar barcos”.   

Cañones a bordo

Comandante Harrie Harrison, Fuerza Naval de Estados Unidos

¿Cómo previene la fuerza naval estadounidense la piratería?


– Nuestra misión principal es escoltar los barcos de ayuda a Somalia; desde el inicio de la misión, en diciembre de 2008, las naves de la NAVFOR también han escoltado 882 mil toneladas de comida. En 2011, el número de secuestros exitosos disminuyó a la mitad, comparado con 2010.
 
¿Los soldados pueden resolver el problema de la piratería?

– No sin un enfoque más global de los pro-ble­mas en Somalia. El conflicto permanece porque hay muchos jóvenes que esperan convertirse en piratas. Piensan que hay muchos beneficios y salen con la esperanza de secuestrar un barco. Las embarcaciones grandes están protegidas. Tras un ataque fa-llido, el buque de guerra más cercano buscará en el área y si se localizan a los sospechosos, son detenidos. Pero los piratas usualmente tiran la evidencia al mar para prevenir ser llevados a juicio.

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