Los descuentos y promociones se han adelantado a la llegada de los Reyes Magos. Pero las rebajas, las verdaderas, llegan hoy.
Después de meses de contención conviene tener en cuenta en buen decálogo de cara a ellas, para no perder la cabeza con gastos que nuestro bolsillo no pueda soportar.
1. Fija un presupuesto para no excederte. Establece tus prioridades y así sabrás qué es lo que realmente necesitas para no comprar de manera compulsiva.
2. Empieza en positivo y date un capricho. No tiene que ser tu compra más cara, pero sí la que más feliz te va a hacer.
3. La calidad es un plus. Es un elemento a considerar, no a descuidar por el hecho de pagar menos. ¡Que no te den gato por liebre!
4. A pesar de estar en rebajas, no compres lo primero que veas. Conviene comparar. Recuerda aquello de “busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo”.
5. Mira las etiquetas con atención y comprueba que realmente el producto que quieres está rebajado y que la talla corresponde a la reseñada.
6. Los básicos del armario, colores neutros, vestidos o pantalones negros, son siempre la mejor opción para renovarse y comenzar el próximo otoño-invierno con la perspectiva de estrenar algo nuevo comprado a precios módicos.
7. Arrópate, el invierno acaba de instalarse y cazadoras, “trechs” y abrigos tienen ahora su mejor importe.
8. En este periodo, ropa, complementos y zapatos son las estrellas de las compras, pero también los viajes se ofrecen a precios muy interesantes. Dejar atrás la Navidad con una salida puede estar muy bien para empezar el año.
9. En esa línea, los “spas” también presentan sus mejores rebajas y ponen nuestro cuerpo a punto con relajantes y olfativos masajes que hidratan la piel y desestresan la mente.
10. En cualquiera de tus adquisiciones, comprueba que hay margen para el arrepentimiento y, si finalmente pasados unos días no te convence, puedas devolverlo sin perjuicio para tu economía y tu conciencia.
Después de una jornada de compras, de idas y venidas, dentro y fuera de las tiendas la mejor recomendación es abstraerse y sumergirse en el silencio. Una idea que ya pusieron en práctica el año pasado los almacenes británicos de lujo Selfridges, que habilitaron una “sala del silencio”.
Consistía en un espacio insonorizado donde aislarse de la vorágine de las compras que la empresa ya utilizó hace un siglo. ¡Un invento!
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