La esbelta figura que luce Jennifer Lopez a sus 43 años no solo es fruto de una envidiable genética, sino también de una sacrificada dinámica de ejercicios que, lejos de hacerla sentir agobiada, le permite disfrutar al máximo de una vida tan activa en los escenarios como en la intimidad de su hogar. Precisamente por eso, la estrella del pop no tiene ninguna intención de bajar el ritmo ni la intensidad de la actividad física que ha hecho de ella una de las mujeres más atractivas del mundo.
“Siempre he tenido un cuerpo atlético y me siento orgullosa de ello. Desde que era joven he acudido al gimnasio con regularidad para cultivar mi físico y siempre me he preocupado por estar en forma. Ahora ya no me ejercito tantas horas al día como hace unos años, pero sigo siendo una persona muy disciplinada en este sentido, incluso una adicta cuando mi profesión así lo requiere”, confesó la cantante a la edición británica de la revista Glamour.
Sin embargo, la obsesión de Jennifer por mantener su anatomía libre de imperfecciones no tiene nada que ver con un carácter supuestamente vanidoso, sino con el afán de superación que siempre le ha caracterizado en todos los planos de su vida. Aunque sabe que a veces debería relajarse y no dar tanta importancia a su forma física, la diva del Bronx no puede evitar sentirse obligada a explotar todo el potencial de su cuerpo para sacar el máximo partido a sus actuaciones sobre el escenario.
“Muchas veces me doy cuenta de que soy un poco exagerada en este sentido y me digo: ‘A ver, relájate y túmbate un rato a descansar’. Sé que estoy bien y que no debería preocuparme demasiado por eso, pero en otras ocasiones saco mi lado más ambicioso y perfeccionista y me paso todo el día haciendo ejercicio. Siempre pienso que para subirse a un escenario hay que estar en el mejor estado de forma posible, con el objetivo de sacar lo mejor de ti”, explicó.
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