José Salvador Alvarenga , el náufrago salvadoreño que dice haber pasado más de un año a la deriva en el Océano Pacífico y que tuvo un recibimiento de héroe al regresar a su país, viajará a México a cumplir una promesa que le hizo a su amigo que no sobrevivió la travesía.
Le había prometido al pescador mexicano Ezequiel Córdova, quien falleció a los cuatro meses de haber zarpado, que se reuniría con su familia, dijo el abogado del salvadoreño.
Alvarenga y Córdova “hicieron un pacto, que el que sobreviviera iría donde la familia del otro a contarles lo que pasó”, dijo el jueves a la AP el abogado, Benedicto Perlea.
“Salvador aún no se recupera, tiene problemas para caminar y se está recuperando de una bacteria que le encontraron (por comer pescado crudo), pero él dice que tiene que cumplir la promesa que le hizo a su amigo”, agregó.
“Dice que lo sueña todos los días, dice que cuando está dormido ve que su amigo le dice que tiene que ir a contarle a su familia”, dijo el abogado que ya está tramitando las visas en la embajada de México en San Salvador.
Señaló que ya les han prometido las visas para él y Salvador, pero éste quiere que lo acompañen sus padres, José Ricardo Orellana y María Julia Alvarenga.
Alvarenga, de 37 años, y Córdova se hicieron a la mar en una pequeña lancha a finales de 2012, en las costas del estado sureño de Chiapas, México y nada se supo de ellos hasta que el salvadoreño apareció en las Islas Marshall, donde recibió atención médica para luego viajar a su natal El Salvador.
Según Alvarenga Córdova tenía 22 años cuando se embarcaron en México, pero “murió a los cuatro meses” de haber zarpado. Dice que se alimentó de pescado, tortugas y pájaros, que bebió la sangre de las tortugas, se comió los ojos de los pájaros y bebió sus excreciones.
Córdova “murió de hambre y sed” porque se negó a comer y beber a lo que él mismo echó mano para sobrevivir, según el salvadoreño.
El caso de Alvarenga atrajo la atención de todo el mundo y cientos de periodistas llegaron al país, ávidos de conocer en detalle una odisea que muchos consideran un cuento chino: un hombre que atraviesa 10.500 kilómetros (6.500 millas) en el Océano Pacífico en un pequeño bote entre México y las Islas Marshall.
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