El 30 de octubre de 2012, todo era felicidad en el Distrito Federal… o al menos para el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México en ese momento, Marcelo Ebrard Casaubón, quien concluía su mandato dejándole a la capital del país la obra magna de la Línea 12 del Metro.
Para la inauguración de la Línea Dorada, estuvo el entonces presidente Felipe Calderón, quien también fungió como anfitrión del evento, pues su gobierno aportó dinero para culminar la obra cuyo costo se elevó a 25 mil millones de pesos.
Después de casi seis años de distanciamiento, una obra colosal, que beneficiaba a la imagen de todos los actores políticos de ese momento, Ebrard y Calderón salieron en la misma fotografía, sonriendo por lo que significaba la Línea 12. Por cierto, el entonces mandatario local le “invitó” el viaje al presidente, ante el titubeo de Calderón que no atinó en poner su tarjeta de prepago para tener acceso.
Pero no sólo ellos disfrutaron el momento: Carlos Slim, cuyo corporativo participó en la construcción, Miguel Ángel Mancera, la esposa de Ebrard, Rosalinda Bueso, Bernardo Quintana, de ICA, Cuauhtémoc Cárdenas, y los embajadores de Francia y Estados Unidos en México, Elisabeth Beton y Anthony Wayne, entre otros personajes, subieron a uno de los vagones que ese día fue VIP.
Calderón y Ebrard fueron los encargados de dirigirse a los invitados especiales y dejar constancia de que las diferencias ideológicas se pueden hacer a un lado cuando está de por medio aparecer en todas las páginas de los medios de comunicación.
La reunión fue en la estación Parque de los Venados. Desde ahí, Calderón y Ebrard emitieron sus discursos.
“El día de hoy tenemos el orgullo de entregar esta obra al pueblo de la Ciudad de México. Es una muestra del optimismo y la confianza que debemos tener”, aseguró Ebrard, en medio de aplausos de los séquitos que se encontraban en el lugar.
“Honra el que se realicen obras de esta relevancia y magnitud en la ciudad más grande del país. Es un ejemplo de lo que pueden alcanzar los gobiernos, más allá de la ideología partidista”, lanzó Felipe Calderón, quien ordenó se entregaran 2 mil millones de pesos que faltaban para culminar la Línea Dorada.
Expresó que se trataba de una obra colosal que requería del apoyo de todos, un ejemplo de “sumar recursos para generar bienes públicos”, pues lo más importante de la Línea 12 sería el beneficio para los habitantes de la metrópoli.
“Y por eso, también, hemos apoyado desde el inicio, con la firme convicción que de este tipo de obras son una solución duradera y son una solución sustentable a los problemas de movilidad y de transporte de la Ciudad de México”, afirmaba Calderón.
Y agregaba: “Se trata de un transporte moderno, de una solución eficiente, segura, ágil, económica y, sobre todo, que minimiza el impacto de contaminación, el impacto al medio ambiente en la Ciudad. Esto es fundamental, también”.
Tras los discursos, los invitados especiales subieron al vagón uno del convoy bautizado como Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Viajaron por dos estaciones: Eje Central y Ermita, donde Calderón descendió. Todo había salido bien, a pesar de algunas manifestaciones al exterior que no empañaron la algarabía de los políticos, empresarios y funcionarios que se dieron cita al magno evento.
Este martes, a un año y medio de distancia, el actual director del Metro, Joel Ortega Cuevas, informó que en 11 de las 20 estaciones se suspenderá el servicio por fallas que ponen en peligro a los 435 mil usuarios que diariamente viajan por ese trazo.
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