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Una fuga de gas provocó una estruendosa explosión que derribó el miércoles dos edificios de apartamentos en East Harlem, y dejó tres muertos, más de 60 heridos y nueve desaparecidos. Un inquilino dijo que los residentes se habían quejado repetidamente de un “insoportable” olor a gas en las últimas semanas.
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Al anochecer, cuadrillas de rescate finalmente comenzaron a buscar a posibles víctimas en medio de ladrillos rotos, madera astillada y metal retorcido después que los bomberos pasaron gran parte del día rociando agua para aplacar el fuego. Piezas de maquinaria pesada, como palas mecánicas y bulldozers, llegaron para despejar la montaña de escombros donde antes se levantaban dos edificios de cinco pisos en el vecindario de East Harlem. Se colocaron reflectores y cámara de termo-detección a fin de identificar los lugares donde podría haber víctimas o bolsones de fuego.
La tarea de rescate se enfrentaba a condiciones difíciles a causa del clima, ya que se pronosticaba lluvia y temperaturas inferiores a -7 Celsius (20 Fahrenheit). Partes de los escombros estaban inaccesibles a causa de un socavón causado por la rotura de la principal tubería subterránea de agua, dijeron las autoridades.
La tremenda explosión se produjo a las 9:30 de la mañana, en la avenida Park y la calle 116, no muy lejos de la esquina nororiental del Central Park, unos 15 minutos después que un residente reportó olor a gas, dijeron las autoridades. La empresa Con Edison dijo que envió de inmediato un equipo de trabajadores a revisar el reporte, pero que cuando llegaron era demasiado tarde.
La explosión destrozó los vidrios de las ventanas de una cuadra a la redonda, arrojó escombros en las vías del tren suburbano, envió densas columnas de humo al cielo e hizo que la gente saliera corriendo a las calles.
“Se sintió como si un terremoto hubiera sacudido todo mi edificio”, dijo Waldemar Infante, un portero de un edificio cercano que estaba trabajando en el sótano cuando ocurrió la explosión. “Había pedazos de vidrio por todas partes en el suelo y todas las tiendas tenían sus ventanas rotas”.
La policía dijo que dos mujeres de unos 40 años murieron. Una tercera persona falleció horas después. Por lo menos tres de los heridos de gravedad eran niños, uno de ellos, un muchacho de 15 años, estaba en estado crítico con quemaduras, fracturas y lesiones internas. Muchos de los heridos tenían lesiones menores, cortes y raspaduras.
Funcionarios de los bomberos dijeron inicialmente que más de una docena de personas no habían sido halladas, pero advirtieron que algunos no habrían estado en el edificio cuando ocurrió el siniestro. Al atardecer, el número se había reducido a nueve desaparecidos.
Un inquilino en uno de los edificios destruidos, Rubén Borrero, dijo que los residentes se habían quejado ante el propietario por el olor a gas apenas el martes, la víspera del desastre.
Hace unas semanas, dijo Borrero, llamaron a los bomberos por el olor, y aseguró que era tan fuerte que un inquilino en el último piso dejó permanentemente abierta la puerta a la azotea para obtener ventilación.
“Era insoportable”, dijo Borrero, que vivía en un apartamento del segundo piso con su madre y hermana.
El departamento de bomberos dijo que estaba revisando sus registros para ver si había recibido quejas por alguna fuga de gas en el edificio.
Jennifer Salas vivía en uno de los edificios. La mujer le dijo al diario The New York Times que su esposo, Jordy Salas, y su perro estaban en el edificio cuando ocurrió el derrumbe y estaban desaparecidos.
“Hay seis pisos en el edificio, cada piso tiene un departamento”, indicó. “Anoche olía a gas, pero el olor se desvaneció y nos fuimos a dormir”, relató.
Edward Foppiano, vicepresidente sénior de ConEd, dijo que solo hay registro de una queja por olor a gas de cualquiera de los inmuebles siniestrados, y que fue en mayo, en el edificio contiguo al de Borrero. Era una pequeña fuga en la tubería del cliente y quedó reparada, dijo.
La última vez que la manzana fue revisada fue el 28 de febrero, como parte de una revisión de rutina, y no se detectaron problemas, dijo Foppiano.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte dijo que enviará un equipo para investigar. La agencia investiga los accidentes de ductos, además de los desastres de transporte.
McGee, el portavoz de ConEd, dijo que un residente de un edificio junto a los dos que colapsaron había reportado olor a gas dentro de su apartamento y pensó que podía venir de afuera. La empresa de servicios públicos envió dos cuadrillas dos minutos después de la llamada de las 9:15 de la mañana, dijo McGee.
La tragedia paralizó el vecindario de East Harlem mientras la policía montaba retenes para mantener a los residentes lejos del lugar. El derrumbe arrojó al aire un humo espeso e irritante para los ojos. Algunas personas llevaban mascarillas quirúrgicas, mientras que otras se cubrían las caras con bufandas o con sus propias manos.
Las aceras estaban llenas de vidrios rotos. Los testigos dijeron que la explosión fue tan poderosa que tumbó los productos de los estantes en las tiendas cercanas.
Los dos inmuebles destruidos, los números 1644 y 1646 de la avenida Park, eran edificios de apartamentos de ladrillo de cinco pisos. Uno tenía una tienda de pianos en el primer piso, el otro una iglesia.
Los registros de los edificios no muestran ninguna obra en marcha en ninguna de las dos direcciones, pero el edificio con la iglesia había obtenido permisos para instalar nuevas tuberías de gas en junio.
Un residente de uno de los edificios, Eusebio Pérez, escuchó la noticia de la explosión y se apresuró a regresar de su trabajo como técnico de pianos.
“No queda nada”, dijo. “Sólo un montón de ladrillos y madera.”
Pérez, de 48 años, dijo que compartía un apartamento con un compañero y no estaba seguro de qué iba a hacer después.
“Sólo tengo lo que llevo puesto”, dijo. “Tengo que encontrar un lugar para pasar la noche y organizar lo que van a ser mis próximos pasos”.
La explosión se produjo muy cerca de las vías de los trenes de cercanías Metro-North. El servicio fue suspendido desde y hacia Grand Central en todas sus líneas, mientras los empleados retiraban los escombros de las vías.