Antes de que Valeria Lukyanova y Justin Jedlica alcanzaran la fama por parecer muñecos vivientes, Sarah Burge ya se había convertido en la Barbie humana. A lo largo de 40 años, la mujer inglesa ha gastado más de un millón de dólares en cirugías plásticas. Pero tal vez lo más sorprendente sea que su extrema adicción le ha ganado una gran fortuna, gracias a los servicios que ofrece a cirujanos plásticos, a los libros que ha publicado y a sus apariciones en televisión.
Publimetro habló con Sarah para conocerla un poco más. Estas fueron sus respuestas:
¿Cuándo se sometió a su primera cirugía?
Sarah Burge: Mi primer pedazo de bisturí lo disfruté a los siete años cuando decidí esconder una de mis orejas, que tenía una protuberancia. Yo la consideraba una deformidad y sencillamente debía desaparecer (risas). Aún en ese entonces era una pequeña vaquita vanidosa. Sabía que la apariencia era importante y que los cirujanos podían moldear una cara y un cuerpo y transformarlos en lo que uno quisiera. ¿Qué tan fabuloso es eso?
¿Cuándo se dio cuenta de que amaba hacerse cirugías?
SB: Cuando uno se somete a una operación, es imposible no hacerse adicto porque todo el tiempo comenzamos a buscar qué otra parte del cuerpo puede ser mejorada. Habiendo dicho esto, debo aclarar que siempre fui una niña atractiva; incluso, fui conejita en el Club Playboy de Hugh Hefner, ahí utilicé mi físico para divertirme con los ricos y los famosos. Mi verdadera adicción a la cirugía plástica comenzó cuando un hombre casado con quien mantenía una relación cometió los más atroces actos contra mi rostro, destruyendo mi cara con golpes y con tijeras. Necesité operaciones para salvar mi vida; después me sometí a varias cirugías plásticas para reconstruir mi cara con la ayuda de prótesis y los cirujanos más hábiles. Esto continuó por muchos años, hasta que mi cara recuperó su gloria pasada. Me atrevería a decir que incluso terminó mucho mejor que antes. Desde entonces, ¡me obsesioné con cambiarlo TODO!
¿A cuántas cirugías se ha sometido? Y ¿cuánto ha pagado por ellas?
SB: Me he sometido a 300 procedimientos y su valor rebasa el millón de dólares.
¿Disfruta ser considerada una Barbie humana?
SB: ¿Quién no querría parecerse a Barbie? Como yo, ella tiene cabello largo y rubio, un cuerpo fabuloso y pechos grandes ; además, vive una vida fabulosa, tiene mucho dinero, mansiones y novios atractivos. Tendría que estar loca para no desear todo eso.
¿Cómo paga todas sus cirugías?
SB: Puedo parecer una tonta, pero tengo el cerebro de un profesor. Me transformé en una marca y tengo varios ingresos. Uno es que ofrezco un servicio de recomendación para los líderes de cirugía plástica en el mundo a cambio de cirugía gratuita y a cambio de ‘tickets’. Estos pueden ser vendidos a precios de descuento -y en ocasiones- regalados a personas que lo necesitan por accidentes, enfermedades, etc.
¿A qué se dedica?
SB: Me dedico a la estética. Tengo mi propia empresa de consultoría de belleza, donde además ofrezco tratamientos. He escrito varios libros y casi termino uno infantil titulado The Mr Boo and Nik Nak Adventures , que he traído a la vida en la página web: woofbookinc.com.
Hace unos años surgió una controversia cuando regaló unos ‘tickets’ de cirugía a su hija de siete años. Ella nos lo explicó:
SB: Esto es algo que se salió de control. Los ‘tickets’ que me entregan los cirujanos a cambio de enviarles pacientes tienen un valor que oscila entre los 10 mil y los 40 mil dólares. Estos los regalé a todos mis hijos como bonos de inversión. Ellos pueden venderlos -a precio de descuento- a personas que desean tener cirugía pero que no pueden costearla, es así como mis herederos ya tienen una gran cantidad de dinero en el banco. Otros ‘tickets’ los hemos guardado o regalado a personas que realmente los necesitan. Los que ofrecí a mi hija cuando tenía siete años han servido para que tenga más dinero que la mayoría de los adultos. Cuando sea grande, podrá someterse a una cirugía si así desea hacerlo; pero esa no era mi intención cuando le entregué los ‘boletos’.
Si su hija cumpliera todos sus deseos, crecería para convertirse en alguien que… Ayude a educar, a crear y a explorar, ya que sin estas acciones la vida sería muy aburrida.
Si su hija creciera para convertirse en su peor pesadilla, crecería para convertirse en alguien que… He enseñado a todas mis hijas que deben ayudar a los demás, que deben permitir que otros aprendan de ellas y que ellas deben aprender de los demás. Deben de ser creativas con su tiempo y su talento y tienen que explorar el mundo, pues hay mucho que aprender de otras culturas. Quiero que enriquezcan sus vidas para que sean interesantes para las personas a su alrededor.
En un mundo perfecto, los hombres… Se extinguirían (risas). No, serían más razonables.
En un mundo perfecto, las mujeres… Serían menos celosas y críticas.
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