Johnny Manziel está catalogado como el mejor quarterback en la generación 2014 del Draft, pero su éxito a nivel colegial por sí solo no le augura un futuro brillante en la NFL, ni siquiera su Trofeo Heisman (2012) le garantiza ser figura en la máxima categoría.
De los últimos 10 QB’s que ganaron el Heisman, hasta ahora ninguno logró alcanzar el nivel de élite, que han demostrado otros como Peyton Manning, Tom Brady o Aaron Rodgers. Algunos todavía están en proceso de probarlo: Cam Newton y Robert Griffin III.
Uno que estuvo cerca de logarlo fue Carson Palmer. Sus números lo avalarían como uno de los mejores de la última década: es el séptimo en yardas por pase totales entre los jugadores activos (33 mil 739). Sin embargo, nunca ha sido decisivo en los momentos clave y su récord en Playoffs es de cero victorias en dos participaciones.
A Palmer le siguieron Jason White, Matt Leinart y Troy Smith. Los tres pasaron de noche por la NFL, sobre todo White que nunca debutó como profesional y lo máximo que logró fue ser parte del equipo de prácticas de los Tennessee Titans en la pretemporada de 2005.
Por su parte, Tim Tebow triunfó sólo a nivel de carisma y marketing, porque dentro del emparrillado tampoco pudo adaptarse a la liga. Tuvo un momento dulce cuando guió a los Denver Broncos a un triunfo sobre los Pittsburgh Steelers en la ronda de Comodines de los Playoffs de la campaña 2011, antes de retirarse para ser analista de televisión.
Mientras que Sam Bradford no ha estado a la altura de su contrato de seis años y 78 millones de dólares con los St. Louis Rams. Si bien fue Novato del Año en su campaña de debut (2010), a partir de ahí su nivel ha sido intermitente, en parte por lesiones y debido a la falta de talento de élite a su lado.
Cam Newton también fue el Novato del Año en su primera campaña. No obstante, su estatus de selección número uno (2011) comenzó a notarse apenas en 2013, cuando por fin destacó a nivel colectivo al llevar a los Carolina Panthers al título divisional en la NFC Sur, ayudado por la defensa.
Robert Griffin III también tomó a la liga por sorpresa y en 2012 condujo a los Washington Redskins a la postemporada contra todos los pronósticos. Empero, una lesión en los ligamentos de la rodilla derecha sufrida en los Playoffs, mermó su nivel para 2013.
El turno en 2014 será para “Johnny Football”. Manziel está proyectado para ser elegido como el cuarto pick, que pertenece a los Cleveland Browns. Si se cumple el pronóstico, tendrá una dura prueba en una franquicia que ha estado destinada al fracaso desde la fusión de la AFL y la NFL.
VISORES DUDAN DE SU ADAPTACIÓN A LA NFL
Más allá de la capacidad atlética de Manziel, que lo convierten en una doble amenaza, y su visión para improvisar en situaciones límites, algunos visores y expertos critican el poder de su brazo para realizar pases largos y consideran que su tamaño (1.83 metros) será una desventaja frente al rigor de las defensivas de la NFL.
Por otro lado, el ya retirado Brett Favre ve similitudes entre él y el ex pasador de Texas A&M: “No lo he visto mucho, pero un juego que vi cerca de tres cuartos fue contra Ole Miss (lanzó para cinco TD’s y 446 yardas). Casi pensé que estaba viendo un video de un joven Brett Favre”, dijo el tres veces Jugador Más Valioso de la liga.
En la NCAA sumó siete mil 806 yardas, 63 touchdowns y demostró que puede destacar en citas importantes y ganarle a los mejores, como Alabama. Ahora tendrá que evolucionar en sus habilidades dentro de la bolsa de protección y en su disciplina fuera del emparrillado para ser un quarterback franquicia en el escenario profesional.
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