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Nuevo dueño de los Clippers derrocha energía en su presentación

Steve Ballmer sudó, aplaudió y gritó hasta quedar casi ronco al presentarse el lunes ante los seguidores de los Clippers de Los Ángeles como nuevo dueño del equipo.

El ex director general de Microsoft se abrió paso entre la multitud en el interior del Staples Center, al compás de la canción “Lose Yourself” de Eminem. Intercambió palmadas e incluso chocó su pecho contra el de otras personas en su camino al escenario frente a 4.500 espectadores.

Ballmer pagó 2.000 millones de dólares, una cifra sin precedente, para comprar el equipo de la NBA, una transacción confirmada por un juez la semana anterior. En la ceremonia, jamás se pronunció el nombre de Donald Sterling, el antiguo dueño que controló el equipo durante 33 años antes de que la NBA lo expulsara por sus declaraciones racistas.

“Miramos adelante”, afirmó Ballmer, luego de quitarse su gorra azul de los Clippers. “Todo se trata aquí de mirar adelante”.

El entusiasmo desbordado de Ballmer contrastó con el carácter de Sterling, quien jamás hablaba con la prensa y se mostró sumamente austero a la hora de hacer contrataciones para un equipo que acumuló numerosas campañas perdedoras durante décadas.

Sterling era reacio a abrir la chequera pese a que había amasado una gran fortuna en sus negocios de bienes raíces.

“El día de hoy se concentra en este otro tipo que casualmente tenía 2.000 millones de dólares en el bolsillo”, bromeó el entrenador Doc Rivers en el escenario. “Le pregunté si estaba seguro de que la transacción se había concretado, y él me respondió, ‘sé que mi cuenta bancaria tiene 2.000 millones de dólares menos, así que supongo que algo se concretó”’.

Ballmer proporcionó su dirección de correo electrónico durante el acto transmitido por la televisión y negó de inmediato que vaya a mudar el equipo a Seattle, donde ha vivido durante 34 años. El año pasado, estuvo a punto de adueñarse de un equipo de la NBA, antes de que los propietarios de la liga eligieran que los Kings permanecerían en Sacramento en vez de venderse a un grupo que incluía a Ballmer y que buscaba mudar la franquicia a Seattle.

“Amo Los Ángeles”, expresó Ballmer. “Sí, vivo en Seattle. Pero no estamos mudando los Clippers a Seattle por un centenar de razones”.

Ballmer utilizó un micrófono, pero su voz resonaba sin ayuda de éste por la arena. Gesticuló para enfatizar sus argumentos, con ese estilo entusiasta por el que se le conocía en Microsoft.

“Vamos a ser temerarios. Eso significa correr riesgos”, prometió. “Vamos a ser optimistas y fuertes. Nada se interpondrá en nuestro camino, ‘¡bum!”’, los duros Clippers, ésos somos nosotros”.

Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan figuraron entre los ocho jugadores presentes junto con Rivers, quien guió a los Clippers a 57 victorias en la campaña anterior, su primera con el equipo.

“Cuando él entró pasando entre la multitud, sentí escalofríos”, dijo después Griffin. “No sé si hay una buena palabra para describirlo. Sé que todos los chicos están emocionados por su energía. Es totalmente distinto”.

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