El diario estadounidense Washington Post publicó hace unos días sobre Joaquín Guzmán Loera, alias “el Chapo”, líder del Cártel de Sinaloa, sobre el supuesto poder que tiene dentro del penal del Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de México.
El rotativo recopiló la nota que publicó Proceso, en el sentido de que “el Chapo” y Édgar Valdez Villarreal, “la Barbie”, organizaron una huelga de hambre en la que participaron al menos mil presos, con el fin de obtener beneficios dentro de la cárcel.
Washington Post refiere que el capo está en régimen de aislamiento, bajo vigilancia constante y con sólo una hora diaria de recreación fuera de su celda. Es por ello que las autoridades descartaron que Joaquín hubiera participado en esta “revuelta”, pues está totalmente incomunicado con el resto.
Un funcionario consultado por el diario comentó que la huelga duró unas cuantas horas y sólo fueron más de 100 reos los que participaron, pero nunca mil, como se informó en el medio mexicano.
De acuerdo con testimonios de ex reclusos, familiares y otras personas, la vida dentro del Altiplano es dura, pues algunos se quejan de las condiciones de higiene de las celdas, falta de medicamentos, y el frio que impera.
Aunque Proceso señaló que la huelga fue un triunfo para “el Chapo” y “la Barbie”, pero quienes están familiarizados con el penal, aseguran que el capo mexicano parece no tener ningún trato preterencial sobre el resto de los reos.
Tal vez, sólo tiene un privilegio: “mientras a otros prisioneros los obligan a afeitarse, a él se se le ha permitido mantener su bigote”, detalló Joshua Partlow, el Jefe de la oficina de Washington Post en México.