Alejandro Salazar
AJALPAN, PUEBLA.- La furia del pueblo de Ajalpan no se contuvo ni con el aroma picoso a carne quemada que seguía en el ambiente, ni con el leve viento que esparcía en la explanada municipal las cenizas de papel y trapo utilizados para avivar el fuego en el que hicieron arder a dos jóvenes acusados de un supuesto secuestro. Querían más sangre y muerte, esa noche persiguieron y golpearon a tres personas más para lincharlas, quienes tuvieron que escapar por un agujero que hicieron en una lámina de la techo del auditorio.
El abominable, doloroso y terrible destino al que condenaron a los dos jóvenes no apaciguó la ira del pueblo de Ajalpan, tampoco lo hizo el saqueó y la quema de oficinas públicas. Horas después todavía deseaban otras muertes para hacer justicia a un delito inexistente. Tres servidores públicos fueron rescatados de una turba violenta que pretendía también lincharlos.
El ataque contra los tres funcionarios locales se originó porque algunos vecinos señalaron a una mujer -integrante de la policía local- como parte del supuesto equipo de encuestadores que había sido quemado en la explanada municipal. A ella trataron de arrancarle la ropa, y a los dos hombres que intentaron protegerla los golpearon.
Después de esconderse en la azotea del palacio municipal y saltar del techo del auditorio municipal a la gradas por un agujero, los tres servidores públicos eran conducidos a la explanada para recibir el mismo final que los encuestadores, pero la intervención de la policía estatal evitó que se perpetrara el segundo linchamiento ese fatídico 19 de octubre.
El secretario del Ayuntamiento de Ajalpan, Juan Guzmán Ruiz, confirmó en entrevista con LA SILLA ROTA que el regidor de Gobernación, Joel González; el juez de paz, Amando Arista; y una mujer policía de nombre Yuridia, fueron rescatados después de que un grupo de personas que amenazó con lincharlos.
Los hermanos Abraham y Rey David Copado Molina, acudieron al municipio a realizar una encuesta sobre alimentación, cuando una denuncia ciudadana alertó a la policía local de que dos personas realizaban “preguntas sospechosas”, fueron presentados en la comandancia donde acreditaron identidad y actividad laboral, sin embargo, por los rumores en el pueblo se les fabricó un supuesto secuestro e intento de violación, el cual tampoco se comprobó.
El juez de paz intentó resguardar en las oficinas del palacio municipal a los dos encuestadores, pero algunos habitantes ingresaron al edificio de gobierno para llevárselos a la explanada municipal y que el pueblo decidiera su final: la libertad o la muerte.
Con una brutal golpiza quisieron arrancarles una confesión y su participación en un delito. Los hermanos Copado Molina sostuvieron la verdad y resistieron. Lo que acrecentó la rabia del pueblo, que ansiaba las suplicas y que les pidieran perdón, al no conseguirlo, les dieron como destino la muerte.
El municipio de Ajalpan vivió tres intentos de linchamiento en los últimos cuatro años.
Puebla ocupa el segundo lugar nacional en linchamientos -intentos y consumados-, tan sólo en lo que va del año cinco personas perdieron la vida a manos de una multitud y 37 fueron rescatadas.
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LA JUSTICIA LA HACE EL PUEBLO
Los hermanos José Abraham y Rey David Copado Molina, quienes trabajaban como encuestadores, fueron asesinados por pobladores al confundirlos con secuestradores.
Alrededor de las 18:00 horas, se reportó a dos personas como “sospechas” porque hacían muchas preguntas. La policía municipal acudió a verificar la información y aseguraron a los hermanos Copado Molina.
Se logró acreditar que eran encuestadores, pero la gente afuera de la comandancia de policía no aceptó la versión de las autoridades municipales y demandaba que les fueran entregados.
“La policía municipal los trae a la comandancia para verificar datos, que precisamente trabajen para una empresa encuestadora, y resulta ser cierto. Se le comenta a la gente que efectivamente son trabajadores de una empresa, que son encuestadores y el argumento ahora de la gente, de la turba, es que estas personas habían jaloneado a una niña, a una menor, y ahora decían que era violación y que intentaron secuestrar a una niña”, relata el secretario del Ayuntamiento de Ajalpan, Juan Guzmán Ruiz.
“Se manda traer a los presuntos agraviados, al papá, a la mamá, a la niña, y les presentan a los dos jóvenes, a la menor le preguntaron si fueron ellos la quisieron ultrajar, secuestrar, llevar, y la niña dice ‘no son’, salen los papás y le dicen a la turba ‘no son, ellos no fueron’, y no faltó un incitador que dijera ‘tu cállate, no te dejes engañar’ con groserías, y ante esa situación la gente se va encima”, señala.
La policía municipal permanece en el sitio para resguardar a los hermanos Copado Molina, pero fue imposible, los superaron en número los habitantes iracundos. Ese día estaban en servicio sólo 23 de los 60 elementos que conforman la policía de Ajalpan, los vecinos que querían linchar a los dos jóvenes eran más de 300.
Los habitantes enardecidos rodearon el palacio municipal para evitar que pudieran escapar los encuestadores, lanzaron piedras contra la sede de gobierno. Sonaron las campanas de la iglesia y se detonaron cohetones para llamar a más la población.
El juez de paz, Amando Arista, trató de esconderlos en un lugar seguro dentro del palacio municipal, y luego sacarlos por la parte de atrás del edificio, pero un grupo de habitantes ingresó al inmueble de gobierno y comenzó a perseguir al servidor público y a los encuestadores.
Amando Arista fue golpeado, le quitaron a los hermanos Copado Molina. Los encuestadores recibieron puñetazos y patadas de una manera irracional hasta hacerlos sangrar. Los sacaron a la explanada, las personas le aseguraron a los que estaba afuera que los dos jóvenes eran “secuestradores”.
El resto fue brutalidad contra los hermanos Copado Molina que llegaron a Ajalpan para realizar una encuesta sobre alimentación. Les arrebataron la vida. Les aventaron papelería sustraída de la oficina y algunos trapos para mantener viva la hoguera improvisada.
Con tristeza y sencillez, el secretario del Ayuntamiento, ofrece una disculpa a los familiares de Abraham y Rey David en nombre de los habitantes del municipio:
“Estamos en la mejor disposición de colaborar con ellos (los familiares) en los que sea necesario, y una disculpa por los hechos sucedidos, tratamos de localizarlos pero no nos fue posible, pero que estamos a la orden”.