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En octubre pasado, la celebridad de redes sociales Essena O´Neill eliminó más de dos mil imágenes que había compartido a sus más de 712 mil seguidores en Instagram “que no sirvieron para otro propósito que no fuera la auto promoción” dijo en su momento, para ayudar a otros adolescentes y jóvenes a desengancharse de los followers y los likes.
La joven australiana, de 18 años, dijo basta y reveló que las fotografías no son tan idílicas. “Me hubiera gustado comer bien ese día. Probablemente le grité a mi hermana pequeña hasta que consiguiera una foto que me gustara”, comentó sobre una de las instantáneas con más likes en la que aparece recostada sobre una toalla y luciendo un vientre perfecto.
Hoy, el perfil es otro, con pocas fotografías, acceso restringido y con las leyendas “Let’s be game changers (vamos a cambiar el juego)”, la joven comparte videos y textos en los que relata y confiesa sus sentimientos y hasta ha escrito su declaración de principios: veganismo, salud mental, física y espiritual o preservación del planeta Tierra, entre otros.
“Para ser realistas, he pasado la mayor parte de mi vida siendo adicta a las redes sociales, la aprobación social, el estatus social y mi apariencia física. Estaba consumida por ello. ¿Cómo podemos darnos cuenta de nuestros propios talentos si no dejamos de fijarnos en los demás?”, escribió O´Neill en una de esas imágenes en la red social donde aclaró: “Somos una generación de cerebros lavados”.
En sus momentos de apogeo, O’Neill consiguió que diferentes marcas le pagaran por lucir sus productos. “Ganaba mil 300 euros fácilmente por un post“, contó. Por una fotografía, aparentemente natural, en la que aparece sonriendo con un vestido marinero y bebiendo jugo, la australiana ganó 365 euros.
“Por aquel entonces, tenía 150 mil seguidores; con medio millón supe que muchas marcas online pagaban mil 800 euros por una imagen. Esta fotografía no tiene sustancia. Tengan cuidado con lo que promocionan las personas y pregúntense ‘¿Cuál es la intención detrás de la foto?”, dijo O’Neill.
La modelo explicó que no eliminó todas las fotografías que tenía, sino que retituló algunas para confesar cuál es el auténtico proceso de preparación que hay detrás de cada una. También pidió perdón por engañar, pero, dijo, “no lo hacía conscientemente, estaba obsesionada con gustar a los demás”.
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