El muro entre Estados Unidos y México no es una propuesta nueva del actual candidato republicano Donald Trump. La primera zona limítrofe existe desde hace 22 años y se autorizó durante al gestión de Bill Clinton. Alcanza, entre otros tramos, los límites entre San Diego, California y Tijuana, Baja California.
En 1994, a un año de que Bill Clinton llegara a la Casa Blanca por primera vez, se estableció la “Operación Guardián” con la cual se edificó la primera parte del muro en California.
La barda que mide 20 kilómetros, comienza en el desierto y termina adentrándose en pleno océano Pacífico. Su única puerta de hierro, un metro y medio por un metro 20, se ha abierto sólo tres veces para que pocas familias mexicanas se den un abrazo por espacio de tres minutos, tal como ocurrió con cuatro en mayo pasado.
El programa gestado en el Gobierno de Clinton, planteó la construcción de un muro de más de mil kilómetros para evitar la entrada de los inmigrantes mexicanos, y aunque no hay estadísticas claras al respecto, ha provocado más de tres mil muertes.
Otro se edificó en 1997 en Texas, a propuesta del congresista mexicano estadounidense, Silvestre Reyes.
La estrategia para frenar a los migrantes que se alejaron de California para cruzar la frontera texana se llamó “Operación Río Grande”.
La barda de tres mil millones de dólares
El republicano Duncan Hunter propuso un plan al Senado el 3 de noviembre de 2005 para reforzar la barrera fronteriza entre los dos países.
La propuesta fue aprobada el 15 de diciembre de 2005, lo que se tradujo en la construcción de un muro fronterizo de alrededor de mil 123 kilómetros. A esta escala, el muro sería sólo comparable con la Gran Muralla China, que mide más de ocho mil kilómetros.
Finalmente, el Senado de los Estados Unidos aprobó el 17 de mayo del 2006, la enmienda que prevé la construcción del citado muro con 595 kilómetros de extensión más 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles.
El documental estadounidense “The Fence» (La Cerca) refiere que Washington ha gastado alrededor de tres mil millones de dólares (55 mil 700 millones de pesos aproximadamente) ese proyecto que no ha frenado la inmigración ilegal ni el tráfico de drogas, constituyendo una mancha para Estados Unidos luego que impulsó la destrucción del muro de Berlín.
Es probable que futuros gobiernos gasten seis mil millones de dólares en darle mantenimiento durante los próximos 20 años, según la oficina de la Auditoría del Gobierno de Estados Unidos, sin embargo, investigadores del Congreso calculan que podría ser más, de acuerdo a lo difundido por el sitio www.americaeconomia.com
En 2008, el Gobierno de Estados Unidos inició la construcción de un tramo de casi seis kilómetros de la barda divisoria en la parte noroeste de la frontera entre México y Estados Unidos, segmento que costará aproximadamente 10 millones de dólares (185 millones 900 mil, aproximadamente), según la Oficina de Aduanas e Inmigración del país vecino.
Dicha área, limítrofe entre San Isidro, California, y Tijuana, Baja California, permaneció inalterada por más de una década, hasta que se produjeron estudios de impacto ambiental que permitieron la construcción de la barda.
El muro de Donald Trump
El muro que propone el empresario estadounidense, Donald Trump mediría tres mil kilómetros y alcanzará hasta 55 pies de altura (16.7 metros aproximadamente).
El candidato republicano asegura que costaría alrededor de ocho mil millones de dólares (alrededor de 148 mil 720 millones de pesos), suma que, asegura, México estaría obligado a pagar.
Raúl Benítez Manaut, académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, rechazó que, en caso de que Trump ganara la elección y pusiera en marcha la ampliación del muro fronterizo, la relación entre EU y México se viera afectada.
Ello porque la sociedad norteamericana tiene contrapesos que no van a permitir que se eche por la borda la relación que tienen ambos países en términos comerciales y de tránsito legal de personas, entre otros rubros.
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