Las autoridades sirias declararon este domingo «libre de armas y armados» la ciudad central de Homs, conocida en el pasado como «la capital de la revolución», tras la salida de los últimos combatientes y civiles del barrio de Al Waer.
Así lo anunció el gobernador de la provincia de Homs, Talal al Barazi, según la agencia de noticias oficial SANA.
La televisión estatal mostró, por su parte, imágenes en el interior del distrito de Al Waer, el único donde todavía había presencia rebelde hasta la salida hoy de los últimos insurgentes y sus familias, en aplicación del acuerdo logrado entre las partes para pacificar la zona.
Según SANA, 989 personas, entre ellas 308 milicianos, abandonaron hoy Al Waer a bordo de 26 autobuses en dirección a la población de Yarabulus, en el norte de la provincia de Alepo y controlada por facciones rebeldes respaldadas por Turquía.
A estos evacuados se suman otras 463 personas, de las que 151 son combatientes, que fueron trasladadas a la provincia de Idleb, dominada casi totalmente por facciones islámicas e insurgentes.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó la salida de los últimos insurgentes y civiles de Al Waer en dirección a Idleb y Yarabulus.
El pasado 18 de marzo comenzó la evacuación de civiles y combatientes de Al Waer, que ha sido gradual a lo largo de doce tandas, gracias a un pacto logrado entre las autoridades sirias y las facciones locales.
Estas evacuaciones se enmarcan dentro de la estrategia del Gobierno sirio de alcanzar lo que denomina «procesos de reconciliación nacional».
Dichos procesos son, en la práctica, acuerdos de rendición que se aplican en zonas sitiadas y que se alcanzan tras negociaciones entre las autoridades y grupos rebeldes locales.
Normalmente se implementan en áreas rodeadas por los leales al presidente sirio, Bachar al Asad, aunque también se han dado casos, como el de los pueblos de mayoría chií de Fua y Kefraya, asediados por grupos islámicos como el Organismo de Liberación del Levante, la alianza de la exfilial de Al Qaeda.
Al Waer era el último barrio que quedaba por pacificar en Homs, que en su día recibió el sobrenombre de la capital de la revolución, tras el inicio de las protestas contra el Gobierno de Damasco en 2011, y que en su día fue una de las localidades más castigadas por los choques y los bombardeos.
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