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Se incrementan 50% amenazas del narco contra sacerdotes en México

La inseguridad en contra de los religiosos se desbordó. Tanto, que párrocos de iglesias de varios estados del país decretaron, de facto, un “toque de queda” en las zonas donde viven

(© MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM)

El activismo y el acercamiento a familias de personas secuestradas en Monterrey le costaron al sacerdote José Manuel Guerrero Noyola una secuela de por vida: perdió la audición de uno de sus oídos cuando fue “levantado” por un grupo del crimen organizado.

El padre Chema —como también lo conocen los pobladores— es un blanco fijo de amenazas y acoso por parte de grupos del narcotráfico, debido a su actividad pastoral en las parroquias donde se ha desempeñado. “Me golpearon y perdí la audición del oído izquierdo.

«Eran Zetas, forcejeamos y me golpearon, salí huyendo de Monterrey medio año, y cuando volví a servir a una parroquia fue en el pueblo de San Juan Cadereyta, Nuevo León”, externó en entrevista con Publimetro.

La disputa de la plaza, corrupción entre las filas de las autoridades estatales y federales, así como la venta de droga, provocó que la violencia contra párrocos de iglesias en el país se recrudeciera en lo que va de este 2017.

De acuerdo con cifras del Centro Católico Multimedia se contabilizaron casi mil amenazas de muerte contra sacerdotes en este año, un 50% más respecto a 2016. Sólo en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto se han registrado 17 asesinatos de sacerdotes, cifra similar a la administración de Felipe Calderón, donde murieron 25 padres en seis años.

Incluso, la Arquidiócesis Primada de México lanzó una alerta en este año a los religiosos, al considerar que la violencia se ha vuelto incontenible en varias entidades del país, debido a la pelea que mantienen organizaciones del crimen organizado.

Focos rojos

Monterrey, Tamaulipas, Guerrero y Oaxaca se han transformado en la “tierra caliente” de los sacerdotes, quienes son hostigados, amenazados, violentados y hasta levantados por grupos armados, en reproche a su activismo con familias que denuncian sus operaciones ilícitas.

El caso del padre Chema, se replica en estas entidades que viven bajo el fuego del narco, y que a su vez, padecen los efectos colaterales de la violencia: las desapariciones forzadas.

Y es que Chema ha ganado fama por encabezar luchas sociales y por ser uno de los principales opositores al derrame de Pemex en Cadereyta, además, abrió un frente contra el sistema hidráulico de Monterrey.

Esto le ha valido una serie de amenazas de muerte en su contra, por lo que ha tenido que ser reubicado en más de una vez de los centros religiosos. “La complicidad entre los gobernantes y el crimen organizado hacen más vulnerables a los ciudadanos y a nosotros, por supuesto.

Existen muchas amenazas. Pero todo se define en tres factores: los delincuentes, la complicidad de las autoridades con el crimen organizado y los de culto diabólico que no quieren la paz en esta zona”, sostuvo.

Chalecos y guaruras

Ante el latente riesgo, párrocos de estados como Guerrero y Tamaulipas optaron por usar chalecos antibalas y, en algunos casos, guardaespaldas para reducir los riesgos que viven a diario.

La Arquidiócesis de México documenta que la actividad del sacerdote con los pobladores los hace vulnerables, ya que enfrentan todo tipo de riesgos por la delincuencia organizada.

Tal es el caso de Pedro Pantoja, quien hace labor pastoral en Saltillo, Coahuila, con los migrantes que buscan cruzar “al otro lado”, lo que le costó varias amenazas de muerte. Otros, optan por no utilizar ni chalecos ni personal de seguridad, ya que aseguran, sólo tienen “la bendición y protección de Dios”.

El último sacerdote asesinado se dio en la comunidad Ejidal El Pino, en el Estado de México, quien fue degollado por presuntos delincuentes en julio de este año.

Dato:

Mil amenazas de muerte han recibido sacerdotes en el país en lo que va de este 2017; 50% más comparado a 2016.

Medidas de seguridad:

No andar de noche en la calle. Evitar rancherías y pueblos a altas horas. Chalecos antibalas. Personal de seguridad, en algunos casos.
Las medidas adoptadas por los sacerdotes se reforzaron, como es el caso de Tamaulipas y Guerrero, en donde ya usan chalecos antibalas.

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