"Él ha sido el centro de nuestras vidas desde que pasó todo, y ahora apenas recordamos su voz. Tenía solo 14 años. Nos lo arrancaron y nos arrancaron parte de nuestra vida".
Así es como recuerda Emma Molina Theissen la desaparición hace casi cuatro décadas de su hermano Marco Antonio en Guatemala, y cómo impactó su existencia desde entonces.
Hombres armados lo secuestraron después de que ella se fugara de una base militar en la que estuvo detenida durante nueve días y en los que sufrió torturas y agresiones sexuales.
Más de 36 años después de aquello, no hay ninguna pista sobre qué fue de Marco Antonio.
La suya es solo una entre las 45.000 desapariciones -5.000 de ellas de niños- que la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala calcula que tuvieron lugar en una de las páginas más negras de la nación centroamericana: la guerra civil que estremeció el país entre 1960 y 1996.
Sin embargo, su caso es considerado por muchos como "histórico".
El motivo es que ha conseguido llevar ante los tribunales a quien era el principal responsable del ejército y otros altos mandos militares de la época, a quienes se acusa de desaparición forzada, violación sexual y delitos contra los deberes de la humanidad.