Hasta 40% del agua potable extraída de acuíferos locales y del Sistema Lerma-Cutzamala para brindar servicio a los 22 millones de capitalinos se pierde en fugas, indicó Cecilia Lartigue, coordinadora del Programa de Manejo, Uso y Reúso del Agua (Pumagua) de la UNAM.
Por esto, dijo, es necesario reparar las filtraciones y así evitar el costoso proceso de trasladar el líquido desde otras cuencas, pues ello implicaría no solamente hacerla subir los dos mil 200 metros a los que se eleva la CDMX, sino dañar a las comunidades y alterar los ecosistemas de los lugares de donde se retiraría.
Pumagua creó un sistema basado en geófonos, correladores y medidores que, a partir del cálculo del consumo hídrico en distintas entidades universitarias, éste detecta si hay pérdidas, además de que “escucha” y señala dónde se registran las fugas.
“De esta forma tenemos información puntual sobre cuánta agua entra en los edificios. ¿Cuál es el truco? Si vemos un consumo entre 11 de la noche y seis de la mañana, es una fuga. En nuestras gráficas los consumos se ven como picos y las filtraciones como una constante; por ende, esto es señal de alarma. La clave es monitorear siempre”, puntualizó Lartigue.
Esta estrategia ha resultado efectiva, pues a pocos días de que se implementó localizó una fuga severa en la Facultad de Economía de Ciudad Universitaria (CU) de 10 litros por segundo, la cual databa de años.
“De inmediato se reparó con ayuda de nuestros grandes aliados, la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM, y aunque en esa ocasión fue fácil hallarla, usualmente esto implica una labor casi detectivesca, pues todas estas filtraciones son subterráneas y no pueden verse”.
“Desde el nacimiento de Pumagua (en 2008) a la fecha, hemos visto que lo más difícil es convencer a la gente de actuar en favor del agua y de que al hacerlo, se benefician. Atender fugas es relevante para solucionar el problema hídrico de la urbe, pero no lo único. Éste es sólo un aspecto, pero la estrategia debe ser mucho más integral”, explicó la experta.
Para actuar de forma oportuna, se ha instrumentado un semáforo donde si las lecturas marcan rojo se trata de un derramamiento grave que debe ser atendido sin demora, si el tono es amarillo todo apunta a uno medianamente importante a considerarse y el verde se destina a filtraciones insignificantes y muy caras de buscar. “Según el color damos aviso a las dependencias; de esta manera hemos logrado disminuir las fugas en la Universidad a la mitad”, indicó Lartigue.
A decir de Lartigue, la UNAM no es microcosmos cerrado, sino un espacio que debe compartir lo generado en sus aulas y laboratorios con la sociedad, por lo que este sistema, así como otras propuestas del Pumagua, no sólo se aplican en CU, la FES Aragón, el campus Juriquilla y el CRIM de Morelos, sino que se comparten con la Universidad Autónoma de Baja California Sur, con diversas comunidades del país a través del Programa de Apoyo al Desarrollo Hidráulico de los Estados de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala (PADHPO), y con los vecinos de la unidad habitacional Los Rojos, en la delegación Venustiano Carranza, Ciudad de México.
La académica expuso que los habitantes de la CDMX tienen una postura muy diferente sobre el tema que el resto de los mexicanos, pues en una encuesta aplicada por el programa universitario en donde se pidió asociar palabras al concepto “agua”, los capitalinos señalaron “sucia” y “escasa”, mientras que la gente del resto del país expresaba “salud” y “vida”.
Apuntó que el 80% del agua de nuestros acuíferos se infiltra de las sierras del sur, zona deforestada a una tasa de más de dos mil hectáreas al año y con numerosos asentamientos irregulares, ambos fenómenos que deberían frenarse de inmediato.
“Extraemos de nuestros acuíferos más o menos el doble de lo que recargan de manera natural; si tuviéramos una cultura en este renglón, veríamos la importancia de poner atención en cada uno de estos aspectos, pero no la hay y de ahí tal vez la indolencia”, precisó la académica de la UNAM.
A pesar de que se cree que la mayoría del agua consumida en Ciudad de México y área metropolitana proviene de sitios distantes, en realidad el 67& se extrae de acuíferos locales y el resto del sistema Lerma-Cutzamala.
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