La primera vez que a Ernesto lo llamaron “loco” tenía 10 años de edad. Él creía que los artesanos de su pueblo además de botines podían fabricar zapatos choclos y mocasines como los que él veía en los muñecos de su hermana Lilia.
El tiempo le dio la razón a “Don Neto” quien se consolidó como el zapatero más reconocido en Naolinco, Veracruz.
Hoy Ernesto Barradas Oliva tiene 74 años de edad y con ahínco sostiene que la gente de las 20 comunidades de su municipio podría encargarse -a través de un programa social- de producir calzado para todo el sector escolar de la entidad. Sin embargo, ese proyecto a lo largo de dos décadas ha sido desdeñado por la clase gobernante.
“Yo les he gritado a los gobernadores para que se cumpla mi sueño. Todos me dicen que sí, pero ninguno apoya. Ya estoy hasta la madre de entregar papales, nomás se los doy y no sé dónde los botan”, comparte el hombre entrecano mientras coloca la suela a unos zapatos ortopédicos color café que le han encargado.