Vivir en países desarrollados, normalmente es equivalente de bienestar social, estabilidad económica y, por lo general, también política, aunque esto también puede fallar, en especial en países mediterráneos.
De este lado del océano, se ha vivido durante años, por no decir décadas con el corazón en la mano, y la atención puesta en las devaluaciones, el dólar, inseguridad y la amenaza del populismo, eso sin contar con la corrupción, el mayor obstáculo para el crecimiento económico de la región.
El tema está complejo, pero aquí en México al menos parece que la intención es acabar de tajo con ella en el nuevo Sexenio liderado por López Obrador.
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Es por eso que aunque nos hierva la sangre, encontramos a países como México en la lista de estados tercermundistas.
¿Pero cómo se puede salir de este ránking?
Garantizar las necesidades básicas de la población y aumentar la riqueza. El acceso al agua, la luz, internet, salud, educación, vivienda y un salario mínimo digno.
Incrementar la inversión en investigación y desarrollo, como mínimo el 2.5%. México apenas invierte 0.5%, nada comparado con lo destinado por gobiernos como el alemán o el japonés.
Dar valor agregado a lo que producimos, como puede ser la producción tradicional, no sólo la del tequila o el mezcal: Camarones y tomate de Sinaloa, naranjas de Montemorelos, vinos de Baja California, tortillas de Sonora o el mismo guacamole, con productos de Michoacán.
Fíjense, los suizos no producen cacao pero hacen uno de los mejores chocolates del mundo, al igual que México no es China o Japón y ya es líder en fabricación de pantallas. Y qué decir de los coches ensamblados en nuestras plantas, pura tecnología gringa y alemana, pero hecho en México.
Incentivar el emprendimiento, así como se ha hecho Silicon Valley en Estados Unidos
Tener paciencia y pensar a largo plazo: Es por eso que la construcción del nuevo aeropuerto había que planificarla a 60 años y no como un parche. Y al igual hay que pensar en las empresas, pues las ganancias hay que reinvertirlas para crecer. A veces cuesta y mucho pero recuerden que Roma no se construyó en un día ni en un sexenio, como muchos esperaría que pase con AMLO.
Y la actitud, porque además de pensar en cosas chingonas hay que ponerse manos a la obra y para materializar las ideas. Una buena planificación, inversiones en tecnología e innovación que cubra las necesidades del consumidor son la clave.
México, recuerda esta semana cómo todo un país se unió tras el sismo del 19 septiembre del pasado año y el del 1985, y en este aniversario de los terremotos, sería un buen momento de pensar en otro nivel de organización, unión y de ser solidarios, para ayudarnos a salir de la tragedia social, económica, de violencia y corrupción que vivimos desde hace décadas
Y es que recordar es vivir, pero que en esta ocasión que no caiga en saco roto…