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Hacen guantes para combatir el coronavirus explotando migrantes

Los guantes han tomado tanta importancia en la época del COVID-19, que algunas empresas han optado por expltar a sus trabajadores para aumentar la producción.

Mientras en un lado se protegen e intentan salir bien librados de la pandemia del coronavirus; en otro, migrantes son explotados para la realización de los guantes de goma.

El material ha tomado tanta importancia en la era del COVID-16 que miles de migrantes de Nepal, Bangladesh y otros países que trabajan en Malasia viven días y momentos en condiciones lamentables.

Para no ir muy lejos, tomen un momento e imaginen lo que deben sentir los trabajadores que laboran hasta 12 horas por turno, durante seis días y con temperaturas que superan los 100 grados Farenheit (37.7 ºC).

Pero si lo anterior es poco. El tiempo para comer es mínimo y los días de enfermedad son una complicación. Además, si se tardan mucho tiempo en el sanitario, los jefes optan por descontarles la jornada.

Cuando terminan su día laboral no les queda otra opción más que ir a las literas de los dormitorios abarrotados por trabajadores, con una vista que sólo tiene los ventiladores del techo.

No saben otra cosa, más que el próximo día será igual o peor. Todo lo anterior es por menos de 1.5 dólares por una hora.
En estas condiciones tienen las empresas malasias a sus empleados.

Estas compañías han tenido un repunte; se puede decir que es a los pocos que ha beneficiado la pandemia.

Ahí se suministra cerca de dos tercios de los guantes de látex y sintéticos desechables que se utilizan para combatir los contagios en hospitales, farmacias, laboratorios y negocios de todo el orbe.

Bloquean importaciones de guantes para cuidado de coronavirus

Es tal el escándalo que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos resucitó una ley comercial para bloquear importaciones de empresas de guantes, de las que se sospecha este tipo de trabajo forzado.

Después de años de quejas de grupos laborales y activistas, la agencia prohibió los productos Top Glove, el fabricante de una cuarta parte de los guantes del mundo. Alegó que somete a sus empleados a condiciones de vida y jornadas de trabajo excesivas.

Una de las prácticas de este tipo de empresa, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es la esclavitud por endeudamiento.

Esta acusación se refiere a la práctica de cobrar tarifas de contratación, desde cientos de dólares cinco mil, que a menudo demoran meses o años en saldarse, atrapando de hecho a los migrantes en empleos hasta que liquiden la deuda.

Una prohibición pasada contra una compañía de guantes más pequeña llamada WRP fue levantada en marzo pasado, justo cuando el COVID-19 comenzó a afectar Estados Unidos. Como parte del acuerdo, WRP anunció que reembolsaría hasta cinco millones en tarifas de contratación.

La presión llevó al menos a otras cuatro empresas, incluida Top Glove, a lanzar sus propios planes de repago y renovar los compromisos para eliminar las tarifas de contratación.

La firma también señaló que está mejorando las viviendas de los trabajadores en respuesta a las demandas de Estados Unidos. Son pasos importantes, pero que aún no son suficientes para los derechos de los trabajadores.

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