Desde 2015, a mediados del sexenio de Enrique Peña Nieto, el científico Mario Molina enlistó algunos pendientes que México tenía : la legalización de la marihuana como uno de los pasos para combatir al narcotráfico y el crimen organizado, fomentar la enseñanza de la ciencia con un enfoque “divertido” y prepararse para enfrentar los embates del cambio climático.
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En ese año, en su paso por la Ciudad de México, el ingeniero químico habló con Publimetro sobre tales temáticas y dijo que si el país quería conquistar más espacios en los Premios Nobel requería invertir más en investigación a fin de patentar tecnologías propias y sofisticadas y no sólo competir con mano de obra barata.
Las palabras del científico toman fuerza este 2020, justo cuando los legisladores debaten sobre la desaparición de los fideicomisos federales, que entre otros sectores, beneficia a la ciencia.
En el marco de la muerte del Premio Nobel de Química 1995, retomamos la entrevista que hizo este diario.
¿Cuál es su opinión con respecto al debate sobre la legalización de la marihuana en México?
– Es muy sencillo, porque uno de los temas interesantes ahí es la conexión con uno de los problemas graves que tiene México, que es el crimen organizado; ese es un problema que está muy mal resuelto, todavía le falta mucho.
(Hay) un malentendido, que no sé por qué mucha gente todavía lo tiene: es que legalizar la marihuana es promoverla. No, no, no, al revés; el chiste es que esto se convierta en un problema de salud pública, no promoverla, sino al revés. Pero si es ilegal y si se hace en las calles, pues no es un manera de resolverlo.
Es que (el Gobierno mexicano) no lo puede prohibir bien (…) no funciona. ¿Por qué? Porque hay narcos.
Es ridículo pensar que con la prohibición se va a arreglar todo; ya sabemos que en la práctica no funciona.
Padres de familia cuestionan que se dé un aval con fines lúdicos o recreativos –como lo aprobó la Corte para cuatro personas sin considerar la comercialización, sólo autoconsumo–. ¿Le gustaría enviarles un mensaje?
– Si el Estado lo hace, bien, pues puede comunicar los riesgos que haya, pero son parecidos al mismo tipo de los riesgos de beber alcohol. Estos padres que lo ven así, pues es tratar de todos trabajar juntos para controlar el problema de la misma manera que se empezó a hacer con fumar tabaco.
«El que realmente es maestro, goza ver cómo aprenden los niños»: Mario Molina
Tratar de educar a los niños, que no es algo bueno para ellos, y hacerlo en exceso es peligroso para la salud.
El ingeniero químico por la UNAM estuvo en la Ciudad de México con motivo de los 10 años de Innovación en la Enseñanza de la Ciencia (Innovec), una asociación civil no lucrativa integrada por miembros de la comunidad académica, empresarial y educativa cuya función es la aplicación y promoción de los Sevics, un nuevo sistema de enseñanza que parte de la curiosidad natural de los niños para ayudarles a desarrollar las habilidades de razonamiento y las actitudes científicas que son indispensables en la sociedad del conocimiento.
En algunas ocasiones ha comentado que el acercamiento a la ciencia fue su propia curiosidad como niño al tomar un microscopio…
– A mí me gustó la ciencia porque empecé a hacerla yo mismo, no porque la aprendiera en la escuela; claro, ya después con ese gusto que tenía, pues podía acercarme más con los maestros. Pero de plano fue jugar con experimentos yo mismo. Así es que tengo esa experiencia personal que me convenció con mucha claridad.
¿Qué papel estarían desempeñando en este sentido los maestros, considerando el tema de la reforma educativa, y qué se busca la capacitación de ellos?
– Siempre habrá algunos grupos que no quieran cambiar, pero el hecho de que el que es realmente maestro goza de ver cómo aprenden los niños, esto es una cosa normalmente positiva; eso para mí es una indicación de que vamos por buen camino.
¿Qué les dice a los profesores para que diversifiquen sus métodos de enseñanza, y a los niños para que descubran la ciencia?
– A los profesores, que no se requiere que hagan otra carrera, sino simplemente que aprendan y se adapten; la idea es que estén enterados y se interesen en lo que hagan. A los niños, que es mucho más interesante estar jugando, haciendo, creando que nomás sentados, aburridos, memorizando.
Es divertidísimo aprender cómo funciona la naturaleza y muy satisfactorio cuando uno entiende algo.
¿Ve un panorama donde México pudiera repetir o tener más espacios en Premios Nobel?
– Pues ojalá. Esto requiere que se aumente la inversión en ciencia y en investigación porque somos muy pocos aquí en México, entonces, pues tenemos que competir. Tiene que haber más recursos para hacer más ciencia cada vez más sofisticada.
En lo que respecta a las clases más interactivas, ¿que pasa con el uso de dispositivos móviles?
– Los niños, desde la más tierna infancia, aprenden a usar teléfonos celulares, aparatos electrónicos, tabletas; los manejan de manera extraordinaria y eso cambia su manera de funcionar.
Si lo único que hace la computadora es enseñar una película de un maestro, entonces no es un cambio importante. Con los niños se puede empezar haciendo sus experimentos, y quizá usando tabletas siempre y cuando el software esté muy bien planeado.
Hemos conocido asociaciones que han buscado agrupar a los niños talento o que tienen un coeficiente superior.
También se puede hacer, pero lo interesante de estas nuevas pedagogías es que se adaptan mucho más a la capacidad individual y no todos tienen que avanzar a la misma velocidad.
Hubo una visita a una escuela en el Estado de México, estaban hablando del otro lado niños con alguna discapacidad; por ejemplo, niños ciegos o sordos, y con estos sistemas, es extraordinario cómo responden.
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