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EEUU.- Estados Unidos se prepara para una noche electoral que puede durar varios días

El aumento del voto por correo retrasará el recuento en estados clave y persisten las dudas sobre la reacción de Trump

El aumento del voto por correo retrasará el recuento en estados clave y persisten las dudas sobre la reacción de Trump

MADRID, 15 (EUROPA PRESS)

Las elecciones del 3 de noviembre de Estados Unidos amenazan con desembocar en un escenario abierto, sin un vencedor claro esa misma noche. El aumento del voto por correo podría retrasar el recuento en estados ‘a priori’ clave para decantar la balanza en favor de uno de los dos grandes aspirantes a la Casa Blanca y los titubeos del presidente, Donald Trump, sobre el reconocimiento de los resultados no contribuyen a despejar dudas.

En la mente de todos está el caos político vivido en el año 2000, cuando Florida se convirtió en el epicentro de un igualado pulso entre George W. Bush y Al Gore. Con apenas unos cientos de sufragios de ventaja y tras la intervención del Tribunal Supremo de Florida, Bush logró llevarse los 29 votos electorales en juego y, por extensión, una victoria ‘in extremis’.

Entonces, la disputa se prolongó hasta el mes de diciembre, y llevó a no pocos estadounidenses a poner en duda la fiabilidad de un sistema que ahora ha vuelto a cuestionar sin tapujos Trump, que habla abiertamente y sin pruebas de «fraude» para alertar de los supuestos riesgos derivados del voto por correo.

Dos de cada tres estadounidenses ya dan por hecho que no sabrán la noche electoral quién se sienta en el Despacho Oval durante los próximos cuatro años, según un sondeo de la firma Morning Consult para el portal de noticias Politico. Solo el 20 por ciento prevén tener presidente electo la madrugada del 3 al 4 de noviembre.

En relación a los plazos en que podrían quedar resueltos los comicios, un 19 por ciento creen que será al día siguiente –ya ocurrió en 2004 con el duelo George W. Bush y John Kerry–, un 26 por ciento en la siguiente semana y un 20 por ciento considera que las dudas se prolongarán más de siete días.

SACAR LA CALCULADORA

Trump ha abogado en varias ocasiones por conocer los resultados la misma noche electoral, pero las distintas normativas estatales precisamente hacen que, si hay un ganador en cuestión de horas, no sea él sino Biden quien termine imponiéndose. Una hipotética victoria de Trump previsiblemente llevaría varios días.

El candidato demócrata tiene una base sólida de 226 votos electorales –miembros del Colegio Electoral que a la postre elegirá en diciembre al presidente– en estados en los que una combinación de sondeos a pie de urna con resultados claros y un recuento ágil podrían decantar las proyecciones a su favor en cuestión de pocas horas.

Para ser elegido presidente, son necesarios al menos los votos de 270 compromisarios, una cifra que los sondeos ven plausible para Biden sin esperar siquiera a tres estados tradicionalmente claves, Wisconsin, Michigan y Pensilvania, y en los que los resultados podrían tardar. Estos estados limitan el adelanto del proceso de recuento antes del día de elecciones.

La clave para Biden podría ser Florida, mientras que Trump dependería de aguantar lo máximo posible en este y otros ‘swing states’ –como se conoce a los estados que no votan tradicionalmente a un mismo partido– y de dar las sorpresa en territorios que en 2016 apostaron por su rival, Hillary Clinton. Este sería el caso de Minesota, pero las encuestas dibujan una cómoda ventaja para el candidato del Partido Demócrata.

No en vano, el votante por correo tiende a inclinarse más por Biden. Un 51 por ciento de los potenciales votantes de Biden prevén participar de forma anticipada en las elecciones, mientras que entre los seguidores de Trump el dato cae al 25 por ciento, según un estudio de Pew Research Center publicado esta semana y elaborado a partir de 11.929 entrevistas.

Esta discrepancia se repite también cuando se pregunta por la confianza en este sistema, ya que mientras el 77 por ciento de los seguidores de Biden consideran que todos los votos valdrán igual, independientemente de cuándo se depositen, apenas el 36 por ciento de los apoyos de Trump comparten esta misma confianza. De hecho, solo un tercio de los simpatizantes del presidente confían en que siquiera se lleguen a contar los votos por correo.

EL FACTOR TRUMP

Las hipótesis publicadas en estas últimas semanas por expertos en distintos medios de comunicación se basan en proyecciones aritméticas, pero Trump ha demostrado que no siempre se fía de la calculadora y de los datos supuestamente objetivos. Un 53 por ciento de las 1.986 personas entrevistadas por Politico temen que Trump pueda proclamar su victoria de forma prematura, frente al 35 por ciento que opina igual sobre Biden.

El actual mandatario tampoco ha contribuido con sus mensajes a calmar los ánimos. «Tendremos que ver qué pasa», dijo al ser interrogado en septiembre sobre si reconocería los resultados en caso de derrota y facilitaría una transición pacífica. «¿En qué país vivimos?», espetó Biden.

Trump ha hecho del voto por correo su principal enemigo, con mensajes de dudosa validez, algunos de ellos incluso censurados en redes sociales por contener información falsa. Su entorno tampoco ha contribuido a desmentir estos mensajes, a pesar de que algunos dirigentes republicanos como el senador Mitt Romney sí han defendido públicamente que la transición pacífica es una de las señas de identidad de la democracia.

Dos sondeos publicados recientemente por la Universidad Monmouth y por FiveThirtyEight situaban en el 39 por ciento el nivel de desconfianza en los próximos comicios, ya que temen que no sean justos. El estudio del Pew Research Center, por su parte, refleja que un 72 por ciento de los seguidores de Biden creen que las elecciones estarán bien administradas, dato que cae a la mitad entre los simpatizantes de Trump.

La desconfianza del bando afín a Trump llega a tal punto que apenas un 55 por ciento cree que se sabrá quién es el ganador de las elecciones una vez que se hayan contado todos los votos. Quedaría por ver entonces cuál sería el mensaje del magnate neoyorquino si, con las papeletas ya examinadas, los resultados no le favorecen.

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