A pesar de que en algunos lugares de México el comer insectos es totalmente normal para la gastronomía regional, recientemente la Organización para la Alimentación y Agricultura de la ONU (FAO, por sus siglas en inglés), alertó sobre los posibles riesgos de consumir este tipo de alimentos.
En nuestro país la ingesta de insectos es una práctica milenaria y entre los más comunes destacan los chapulines, escamoles, gusanos, orugas, entre otros insectos.
Esto sin tener presente los riesgos a la salud que puede representar, independientemente de que en muchos casos, este tipo de comidas aporten macronutrientes esenciales como proteínas.
La FAO destacó recientemente en un informe, que el consumo de este tipo de alimentos puede desencadenar riesgos nutricionales alérgenos a largo plazo a los consumidores, en especial a todos aquellos que son alérgicos a uno o varios animales, destacando principalmente los marinos, como los crustáceos.
Otro de los riesgos que destaca la organización allegada a la ONU, es que el consumo de insectos también puede estar ligado a presentar riesgos biológicos. Debido a que los microbios de los insectos son capaces de transportar microorganismos perjudiciales para la salud y el organismo humano.
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Finalmente, la FAO también señala que existen riesgos químicos, quizá el escenario que consideran de mayor riesgo, pues ya que los insectos en gran parte de su periodo de vida pueden estar expuestos a microtoxinas como pesticidas y otros materiales como estiércol de ganando y productos de campo, pueden poner en grave riesgo la salud, por lo que las consecuencias pueden ir desde una infección estomacal con problemas severos hasta en algunos casos extremos la muerte.
