Mariana Gómez del Campo, PAN
El próximo domingo 3 de abril adelantaremos nuestros relojes una hora para aprovechar la luz solar durante una hora más por las tardes, sacrificando una hora por las mañanas.
El horario de verano fue utilizado por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de ahorrar carbón en la industria y en las casas para destinarlo a uso militar. Alemania y las potencias fueron los primeros estados en aplicar el cambio en 1916.
En nuestro país, el horario de verano se implementó en 1996, salvo en Sonora, estado en el que no se aplica el horario de verano (a la par de su vecino estado estadounidense de Arizona, en el que tampoco se aplica este cambio de horario) y funciona en dos fases:
La primera, en 33 municipios fronterizos del Norte inicia el segundo domingo de marzo y termina el primer domingo de noviembre, a fin de homologar su horario con el de la zona fronteriza estadounidense, cuyo horario cambia en esas mismas fechas; y segundo, en el resto del país (salvo en Sonora y Quintana Roo) inicia el primer domingo de abril y termina el último domingo de octubre, sin distinción entre los estados septentrionales, en los que la medida es más que atinada por lo marcado de las estaciones del año, y los estados del sur del país en los que los cambios de estaciones son menos notorios.
Según datos del Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica, organismo encargado de dar seguimiento a los efectos económicos del cambio de horario, de 1996 a 2014 con el horario de verano en nuestro país se ahorraron 21,807 GWh en consumo de energía eléctrica y sólo en 2014 el ahorro económico alcanzó los 1,499 millones de pesos, equivalentes a 1.4 millones de barriles de petróleo no consumidos y a emisiones evitadas de dióxido de carbono equivalentes a 546,000 toneladas de CO2. T
an sólo el ahorro en 2015 fue equivalente al abastecimiento de consumo energético de 596 mil casas habitación durante todo un año.
Para muchos la única justificación de adelantar el reloj y empezar nuestros días aún de noche, es que haya un ahorro de energía a pesar de que se incrementa el empleo de luz artificial por la mañana. Se ha cuestionado que dicho ahorro no se ve reflejado de manera contundente en los recibos de la energía que pagamos pero hay que ser conscientes de que existe un beneficio para nuestra sociedad y una importante contribución con el medio ambiente. Bien vale la pena el sacrificio de sentirnos desvelados una semana (alteración de los ritmos circadianos) en lo que se adapta nuestro cuerpo si eso implica que México emita menos contaminantes a la atmósfera y que pongamos nuestro granito de arena para que la calidad del aire sea mejor.
Alejandra Barrales, PRD
Cada primer domingo de abril, desde hace 20 años, los mexicanos debemos adelantar una hora nuestros relojes, incluidos los biológicos. Desde hace dos décadas México es uno de los más de 80 países que han puesto en práctica el horario de verano como parte de una serie de esfuerzos entre gobierno y sociedad para fomentar una nueva cultura de ahorro y uso eficiente de la energía.
Si bien el adelantar los relojes ha generado polémica y rechazo, también ha brindado resultados.
De acuerdo a datos del Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), en 2015 la aplicación del horario de verano permitió a nivel nacional un ahorro en el consumo de energía eléctrica de 1,034.52 gigawatts hora, lo que para darnos una idea significaría dar luz un año completo a 596 mil casas.
Y quizá lo más importante es que, según el FIDE, durante 2015 el horario de verano evitó la emisión de 504 mil toneladas de bióxido de carbono, que como sabemos es el principal contaminante del efecto invernadero.
Nuestra Ciudad acaba de pasar por una fase de contingencia que encendió los focos rojos y puso en alerta a las autoridades no solo locales, sino también del área metropolitana y federales. Es por ello que debemos seguir impulsando todo tipo de acciones que contribuyan a cuidar nuestro planeta, porque es el sitio donde vivimos y el que dejaremos a nuestros hijos y nietos.
La ONU advierte que los desastres relacionados con el clima, como las inundaciones y las olas de calor ocurrieron casi a diario en la última década, dos veces más a menudo que hace 20 años.
El Horario de Verano es una de tantas medidas necesarias que debemos adoptar para cuidar el planeta. No sólo en México, sino a nivel global, todos debemos contribuir, desde nuestra trinchera, con acciones en el hogar, el colegio, nuestro trabajo y, en general, en la vida diaria.
¿Cómo podemos contribuir? Muy sencillo, organizaciones como Greenpeace México recomiendan la aplicación de “Las tres R” en nuestra vida diaria: Reduce, Reusa y Recicla. Al ponerlas en práctica estaremos contribuyendo a generar una conciencia ecológica y ayudando a preservar nuestro ambiente.
También podemos apagar las luces del hogar, utilizar focos ahorradores, desenchufar los aparatos electrodomésticos cuando no los ocupes, usar el transporte público, bicicleta, entre muchas otras.
Un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la UNAM, titulado El cambio de horario y la salud, reveló que la aplicación del horario de verano sí puede ocasionar efectos negativos en algunas personas, tal como ocurre cuando se viaja a un país con horario diferente. Sin embargo, para muchas personas el ajuste apenas es perceptible y les toma unos días acostumbrarse. Por ello, expertos recomiendan evitar tomar siestas durante el día, para dormir bien en las noches, por lo menos durante los primeros 10 días del cambio de horario, así como fijar horas para dormir y levantarse, y tratar de descansar lo más posible los dos primeros fines de semana.
No se trata de una medida extraordinaria. Ningún esfuerzo que se haga para cuidar nuestro medio ambiente lo es. Debemos tener en cuenta que cada paso que demos en nuestra vida diaria tendrá un impacto en nuestro hábitat. Y depende de nosotros si queremos que ese impacto sea positivo o negativo. En nuestras manos está la protección y preservación del medio ambiente. Así que no olvides el próximo sábado, antes de ir a dormir, adelantar una hora tu reloj.
Ana Lilia Herrera Anzaldo, PRI
Cada seis meses, desde hace dos décadas, escuchamos opiniones encontradas acerca del cambio de horario. En mi opinión, el malestar que genera en algunas personas, más allá de dormir una hora más o menos, tiene que ver con la falta de información sobre los beneficios que genera.
Según la normatividad mexicana, el horario de verano inicia el primer domingo de abril a las 02:00 de la mañana, momento en el cual los relojes se adelantan una hora, y termina el último domingo de octubre a las 02:00 de la mañana, cuando los relojes se atrasan una hora.
Así, este año el horario de verano 2016 iniciará el próximo 3 de abril. Los estados de Sonora y Quintana Roo no participan en el mismo, mientras que los estados de la franja fronteriza con Estados Unidos, iniciaron el horario de verano el pasado 13 de marzo.
De acuerdo a la Secretaría de Energía, durante el horario de verano de 2015 se alcanzó un ahorro de energía eléctrica en consumo de mil 035.52 gigawatts hora, equivalente al abastecimiento del consumo eléctrico de 596 mil casas habitación durante un año.
También se evitó la emisión a la atmósfera de 504 mil toneladas de bióxido de carbono, principal contaminante del efecto invernadero, el equivalente a la quema de mil 319 mil barriles de petróleo crudo.
El ahorro económico obtenido por el horario de verano se estimó en mil 455 millones de pesos, con un costo medio de la energía eléctrica de mil 404 pesos por kilowatt hora para los usuarios domésticos, cifra que incluye ahorros de los 33 municipios de la franja fronteriza norte.
Desde su implementación, en 1996 y a la fecha, el horario de verano y otros programas de ahorro de energía permitirán a México llegar a la meta que se impuso en el año 2000 para consolidar una disminución anual en el consumo de fluido eléctrico del orden de 8 mil 51 millones de kilowatts-hora, y una reducción de más de mil 436 megawatts de la demanda máxima en las horas pico.
Además de los beneficios económicos, otra de las ventajas del horario de verano son los períodos de coincidencia mayor con los países con quienes se mantienen importantes intercambios comerciales, turísticos, aeronáuticos y financieros.
Entre las ventajas que ofrece a la población el horario de verano se enlistan la reducción de la inseguridad pública por las tardes, menor consumo de energía eléctrica por iluminación en los hogares, disminución en número de accidentes, y en el sobrecalentamiento de la Tierra. Además, el horario de verano propicia la convivencia social, recreativa y familiar.
El Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica ha sido el organismo encargado de darle seguimiento puntual a la medida, cuantificar los ahorros que se logran año con año en colaboración de la Comisión Federal de Electricidad y el Instituto de Investigaciones Eléctricas, y darlos a conocer a la opinión pública nacional, teniendo como resultado de 1996 a 2014 un ahorro de energía suficiente para abastecer el consumo eléctrico de 646 mil casas habitación durante todo un año (con un consumo promedio 289 kWh al bimestre) o, bien, el consumo de energía de 10 millones de lámparas fluorescentes compactas autobalastradas (focos ahorradores) prendidas las 24 horas durante un año.