Probablemente se trata del Santo Grial de todas las emociones humanas, porque todos hablan de él y pocos, muy pocos en verdad, lo pueden describir acertada y asertivamente. Sin embargo, eso no significa que les sea ajeno o desconocido. Me refiero al placer, el cual, definitivamente, tiene muchísimos rostros y va más allá de lo carnal y/o lo sexual.
Cuando exploramos el terreno de las definiciones muchos coinciden en que el placer es algo así como una sensación o un sentimiento positivo, agradable, eufórico, explosivo y éste se presenta cuando un individuo consciente (hombre o mujer) logra satisfacer algún tipo de necesidad personal, por lo que éste es como una especie de monstruo de mil cabezas porque es totalmente subjetivo y se presenta de acuerdo a la personalidad, conocimiento y sensibilidad de quien lo está experimentando.
Así las cosas, podríamos ejemplificar que el placer se hace patente, por ejemplo, en bebida refrescante (no necesariamente embriagante o alcohólica) para aquel que tiene sed; el hambriento lo descubre a través de la comida; mientras que aquel que exhibe fatiga logra saciarla descansando y/o durmiendo; en tanto que aquellos que están excitados o con la líbido alta encuentras el placer teniendo sexo… lo cierto es que hay de placeres a placeres y éstos, obviamente, tienen su grado de complejidad para ser explicados y manifestados.
Por lo tanto, al momento de categorizarlo, nos encontramos que existen muchísimos tipos de placeres o satisfacciones, sobresaliendo entre éstos el placer físico, que va estrechamente vinculado a nuestros cinco sentidos (es totalmente sensorial) como lo son el sexo, la comida, los masajes, la música, el arte, el deporte, etcétera. Pero, ¡mucho ojo!, este tipo de satisfactores en exceso pueden convertirse en una primera instancia en vicios perniciosos y posteriormente en gravísimas adicciones.
También existe el placer psíquico, que como su nombre lo indica va poderosamente vinculado con la mente y/o el cerebro, por lo que la imaginación, la fantasía (sexual o no), el recuerdo de algo positivo, la felicidad, la empatía, los sentimientos de paz y serenidad nos ayudan a encontrar esta clase de satisfactor, los cuales bien encaminados y desarrollados nos pueden llevar a lo que conocemos como el placer intelectual, el cual podemos alcanzar si cultivamos nuestra curiosidad por cultivar el espíritu y nuestra sed de conocimiento, siendo el aprendizaje el mejor aliado para éste.
También existen los llamados placeres lúdicos, que se fortalecen por nuestro gusto hacia el juego (actividad física o mental). Sin embargo, como sucede con los placeres físicos, debemos tener mucho cuidado en no recurrir a éstos de manera exagerada, porque también podríamos desarrollar una especie de adicción.
Y mis placeres favoritos, sin lugar a dudas son aquellos que están relacionados con las emociones, porque de éstas podemos tener acceso a la empatía que nos da el compartir nuestro amor y nuestro afecto hacia nuestros familiares, nuestros amigos y todos aquellos con los que nos sentimos a gusto y que directa o indirectamente su cercanía nos provoca una tremenda felicidad y gozo, lo que en un aspecto meramente biológico nos permite liberar sustancias como la dopamina, las endorfinas, la oxitocina y la serotonina, entre otras, las cuales nos ayudan a trabar poderosos enlaces neuronales y esto nos permite combatir la tristeza, la frustración, el dolor y demás sentimientos negativos.
Por ahí también hay algunos que aseguran que “el dolor nos conduce al placer”, pero en mi expertise me parece que ése ya es otro tema del que hablaremos próximamente. Pero, por el momento sonrían y busquen hacer sonreír a los demás, que esto también genera gran placer.
Y no olviden que todos los jueves y sábados a la medianoche los espero su programa favorito “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (chequen programación y nomenclatura de su respectiva compañía de cable).