Se dice que las mentiras y los secretos son prácticamente primos-hermanos. Sin embargo, sus características y consecuencias, si los ubicamos en un plano meramente emocional, como causa-efecto suelen diferenciarse de tal manera que tanto quienes hacen uso de ellos como las víctimas de éstos tienden a ser afectados de forma muy específica, aunque en ocasiones la psique del individuo los confunda y los relacione frecuentemente.
Por principio de cuentas, si nos atenemos exclusivamente a lo que nos arrojan las definiciones, entenderemos que la mentira es una declaración realizada por alguien que sabe, cree o sospecha que es falsa total o parcialmente y espera que aquellos que la escuchan la crean y así se logre la verdad o la realidad de forma parcial o total . Así las cosas, cierta oración puede ser una mentira si quien la dice piensa que es falsa o que oculta parcialmente la verdad, por lo que una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva cuya intención es engañar o causar una acción en contra de los intereses del oyente. Resumiendo: Mentir implica un engaño intencionado y consciente.
Por otra parte, un secreto es la práctica de compartir u ocultar información de un individuo o entre grupo de personas cuya intención es evitar que alguien en específico (en este caso una persona o un grupo de sujetos) sepan de dicha información, lo que convierte al secreto en fuente de controversia. Muchas personas reclaman, al menos en algunas situaciones, que es mejor hacer pública una información dada y que ésta sea conocida por todo el mundo, sin embargo en muchos casos no podemos sustraernos a los conceptos de confidencialidad y privacidad, los cuales a menudo llegan a confundirse.
Así las cosas, ¿por qué en las relaciones de pareja nuestros dos sujetos a debate de esta ocasión (la mentira y el secreto) suelen no sólo provocar controversia, sino también terribles confusiones? ¿Es tan complejo diferenciar y distinguir al uno de la otra o, convenientemente (ya sea consciente o inconscientemente) preferimos alegar ignorancia para echar mano de ambos? Lo que sí es un hecho incontrovertible es que tanto las mentiras como los secretos pueden ser empleados juntos o por separado porque, en muchas ocasiones, los mentirosos suelen guardar secretos y quienes guardan secretos también son capaces de mentir.
Ciertamente los seres humanos somos proclives a mentir, pero esto no significa que las personas sean mentirosas por naturaleza y lo mismo podemos argumentar con respecto a aquellos que permanente y sistemáticamente se guardan secretos de toda índole. Aquí el punto a analizar, para comprender un poco más el comportamiento de hombres y mujeres, es aquello que los convierte en mentirosos y en guardadores de secretos y en un primer diagnóstico evidentemente todos, absolutamente todos, tendemos a este tipo de comportamiento por que en todo momento tenemos activado el instinto de supervivencia y, también, porque el desarrollo del cerebro del ser humano, a diferencia del resto de las criaturas del reino animal, siempre utiliza un desarrollo cognitivo que lo impulsa a sacar provecho de todo tipo de situaciones; por lo que también debemos considerar que hay niveles de mentiras y niveles de secretos, algunos causan mayor perjuicio que otros y también algunos derivan en un cargo de conciencia más grande.
Así que, si tu eres de los que guarda secretos o dice mentiras, tienes que estar preparado para pagar las consecuencias y también para vivir estresado y agobiado.
Y no olviden que todos jueves a punto de la medianoche y los domingos a la 1:00 de la madrugada los espero en su programa “Exclusivo Para Hombres”, que se transmite por Telefórmula (por favor chequen su sistema de cable preferido para verificar nomenclatura del canal).