Opinión

Nestlé, Responsabilidad Social

Este martes, en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, se celebró la entrega del Premio Nacional de Nutrición 2018. Fue la ocasión para identificar el notable esfuerzo de responsabilidad social que Nestlé ha llevado, y que hoy podrían cimentar intervenciones y políticas públicas exitosas para erradicar males notables de México: la obesidad y su prima hermana, la diabetes.

El Fondo Nestlé para la Nutrición es alojado en la Fundación Mexicana para la Salud, uno de los principales think tanks del mundo en materia de salud. La versión 2018 del Premio fue realizada en tres actividades, Investigación Básica, Investigación Aplicada e Investigación del Entorno Social y Cultural de la Nutrición.

El primer premio fue para el propio Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, mientras que el segundo premio fue brindado a investigadores de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y el tercero, a académicos del Centro de Investigaciones e Inteligencia Económicas, de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, UPAEP.

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Además de los propios premiados, interesante fue la conferencia magistral que realizó Elena Zambrano González, del Instituto Zubirán, quien sintetizó la investigación del grupo que lidera. Su investigación busca identificar cómo los primeros 1000 días de la gestación y la primera infancia tienen un impacto en aspectos relacionados con la desigualdad en salud en la etapa adulta. Cómo podemos aprender de las ratas, cómo erradicar el principal mal de los mexicanos, la obesidad.

Usando ratas de laboratorio, el equipo de la doctora Zambrano ha analizado la relación que hay entre malnutrición en el embarazo y sus complicaciones, incluyendo pero no limitando a obesidad y diabetes en la vida adulta. 

Un experimento grande ha analizado cuatro grupos, a dos a los cuales se les restringe de alimentación adecuada en el embarazo, y a dos a los cuales no se restringe. Después, a un grupo de los restringidos en embarazo se provee con alimentación adecuada, mientras que el otro sigue restringido. De los grupos no restringidos en embarazo, a uno se le provee con alimentación adecuada, y al otro con una dieta que simula la ingesta de refrescos.

Los resultados muestran que las ratas que durante el embarazo no recibieron la nutrición adecuada, son menos listas, cuentan con menos motivación para el trabajo, aprenden menos, viven menos, y desarrollan mayor obesidad que las ratas que sí recibieron la nutrición apropiada. Otra condición desarrollada es la ansiedad. Esto ocurre aunque después se cambien los roles, pero se postergan si las ratas malnutridas durante el periodo de embarazo continúan mal nutriéndose.


Aunque en realidad no es fácil extrapolar los resultados a poblaciones humanas, sería posible proponer que efectivamente si se reduce la malnutrición en las mujeres embarazadas, se reducirá el sobrepeso; si se reduce la malnutrición en la lactancia y primeros años, se reducirá la obesidad, y si se reducen ambas, se reducirá la diabetes y otras condiciones crónico degenerativas que tanto cuestan a las finanzas del país.

También permite concluir que los principales padecimientos mexicanos, obesidad y diabetes, se asocian con la pobreza de las personas, incluyendo su prima hermana, la ignorancia. Además, esto permite realizar una asociación entre pobreza y desarrollo cognitivo e incluso, autocontrol emocional. Cierto, científicos de la estatura de Zambrano y su equipo permiten avanzar con pie firme en política pública, pero la contribución de Nestlé hace posible alimentar este esfuerzo.

Tabuladores, la discusión

Este martes se llevó a cabo la segunda de las ruedas de prensa con el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Una pregunta principal se centró en la inconformidad de los funcionarios públicos por los tabuladores de salarios. El Presidente aseguró que los funcionarios que ganen menos de 20 mil pesos verán incrementos, y que nadie que gane entre 20 y 50 mil verá afectados los ingresos. En cambio, la alta burocracia sí sufrirá recortes.

Los salarios de la burocracia, y en especial de los altos funcionarios, se basaron en varios principios. El primero es la posibilidad de atraer al servicio público a los mejores mexicanos. Una persona con mérito debe poder ejercer su competencia sin sacrificio. De hecho un salario bajo puede resultar discriminatorio en el sentido de que sólo sean los ricos de nacimiento quienes puedan ejercer en el sector público.

Una segunda razón es que esos mejores profesionales se puedan atraer de donde sea, sin que tengan una base local. Bajos salarios exigen reclutar en el ámbito local, pues las personas locales tienen ventajas si no tienen que pagar el costo de una mudanza. Aquí hay espacio también para una base de discriminación con costo de ineficiencia. La palabra clave es meritocracia; la pregunta, cómo incrementarla.


Cierto que en el pasado se cometieron excesos que hay que remediar. Pero queremos excelentes médicos en la Secretaría de Salud, o abogados en la Corte, y no sólo aquellos que hayan nacido con fortuna suficiente para no preocuparse por el día a día. Bajar salarios sin apelar a la meritocracia enfrenta riesgos. Por ejemplo, que se busque compensar el ingreso de manera ilícita.

Vale la pena recordar que hay al menos dos tipos de desigualdad, de oportunidades y de condición. Igualdad de condición implica que las personas ganarán más o menos igual, las talentosas y las que no lo sean. Quienes se esfuercen y quienes no. Igualdad de oportunidades significa que las personas tengan acceso a educación de calidad, salud y un piso mínimo de bienestar y dignidad. Es ésta la que interesa al desarrollo de una Nación.

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