En los últimos tiempos, el cuidado del medio ambiente nos preocupa a todos. Somos testigos de que la industrialización acelerada, junto con una urbanización excesiva que se concentra en unas cuantas ciudades, el hábitat se deteriora rápidamente, siendo la principal causa del cambio climático. Sin duda, ese es el tema global que, hoy en día, atrae la mayor atención de organizaciones, gobiernos y gran parte de la ciudadanía.
En ese sentido, lo que ha ocurrido en días recientes en la Ciudad de México y entidades vecinas es una muestra clara de que el desarrollo que ha tenido esta región del país dista mucho de ser sustentable. Pese a que México cuenta con una amplia legislación para combatir la contaminación y restablecer un medio ambiente más sano, además de los esfuerzos permanentes para disminuir los contaminantes y mejorar, en este caso, la calidad del aire, los resultados son insuficientes.
Por eso, es necesario que se revisen las leyes, estrategias y medidas, pero sobre todo hay que estar conscientes que el éxito de cualquier acción pública exige la participación activa y comprometida de todos.
Atender los problemas ambientales implica que asumamos, en principio, que el elemento más importante de una nueva estrategia es la corresponsabilidad social. Es decir, por más que los gobiernos hagan, es indispensable que todas las personas, que somos quienes emitimos los contaminantes, contribuyamos en su reducción. Los gobiernos, con el apoyo de expertos, deben establecer las rutas a seguir, pero son las empresas, los usuarios de vehículos, las familias y la sociedad en su conjunto quienes debemos colaborar.
La solución está en apostar por un nuevo modelo en que sea posible combinar el uso de los recursos naturales y el respeto al medio ambiente con el crecimiento industrial y urbano para alcanzar un auténtico desarrollo sustentable. De otra forma, sin corresponsabilidad no habrá estrategia pública eficaz para hacer frente a los retos del cambio climático y la contaminación.