La independencia suele relacionarse con la noción de libertad, es decir, la capacidad de actuar, hacer y elegir sin intervención ajena. Generalmente se utiliza en aspectos políticos, pero coloquialmente se puede aplicar a más aspectos más allá de éste.
Es por ello que podemos denominar la independencia personal como aquella que se asocia a la vida adulta (aunque a veces no discrimina edad) y la capacidad del individuo de asumir sus compromisos y responsabilidades sin la necesidad de que otros lo hagan por él. Esto no significa que no se pueda recurrir a la ayuda de nadie más; pero sí a que el único responsable de su vida, acciones y reacciones es cada ser humano como tal.
Muchos piensan que ser una persona independiente es tener el suficiente dinero como para no depender de nadie. Otros relacionan a la independencia con la capacidad elegir qué hacer sin pedir permiso a los demás. Ambas definiciones son correctas pero también pueden combinarse en algo que se adapte mejor a lo que realmente quiere decir “ser independiente”.
La independencia tiene que ver con la capacidad de solucionar situaciones personales, con la decisión para definir tus aspiraciones y objetivos, con el conocimiento y aplicación efectiva de las habilidades individuales para lograr metas; entre otros.
Este domingo quiero compartirte algunas de las cualidades que caracterizan a una persona independiente:
- Se cuidan. Entienden la premisa de que somos seres integrales, y como tal se procuran tanto física como mental y espiritualmente.
- Son responsables. No saben quejarse, excusarse ni justificarse. No culpan a los demás de sus consecuencias y asumen sus actos; ya que al hacerlo estarían cediendo el control de su vida y por lo tanto de su independencia.
- Practican la disciplina. Para todos los ámbitos saben que este aspecto es clave para poder trazar el rumbo que deciden. Son exigentes con sus resultados haciendo lo que se tiene que hacer cuando se tiene que hacer.
- Confían en ellos. Creen en sus habilidades, en sus capacidades y en sus virtudes; lo que les permite saber que en ellos está todo lo que requiere para conseguir lo que se propongan. Se saben completos y a la vez perfectibles.
- Aman la vida. Las personas que dependen de otros para ser felices no conocen las bondades de vivir y no toman decisiones por o para sí mismos. Si bien ser independiente no quiere decir ser egoísta, una persona independiente toma las riendas de su vida.
- Son positivas y agradecidas. Ven el vaso “medio lleno”. Aunque las cosas no siempre salgan como quieren o no siempre tengan lo que desean, siempre se mantienen en el camino del agradecimiento y la contrucción de la prosperidad.
En este día te invito a reflexionar sobre cuáles son las características que a lo largo de tu camino has adquirido tras tu grito personal de independencia. Si estás en dicho proceso, recuerda que nunca terminamos de aprender y crecer; así que pon manos a la obra para saberte y ser independiente de pensamientos y de acciones.