El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ve a los medios de una manera muy particular. De hecho, los ve mayormente como enemigos, más a los medios que cuestionan o critican. Sin embargo, para eso están los medios, para cuestionar, para verificar, para confrontar con datos y con información, eso lo debería entender el mandatario, sobre todo después de muchos años de ser opositor, pero no es así. Hoy AMLO se comporta como todo aquello que criticó, autoritario, abusivo del poder y de su posición.
López Obrador les llama a los medios conservadores, manipuladores o amarillistas. El momento más álgido en la relación de los reporteros con el mandatario fue al hablar del operativo fallido contra Ovidio Guzmán. Ahí, al ser cuestionado por las inconsistencias del operativo y de las versiones que se dieron al respecto, lo mismo criticó a La Jornada que a TV Azteca.
La libertad de expresión está en el momento más complicado de los últimos años, pareciera que lejos de avanzar en ello hay un retroceso preocupante. López Obrador utiliza los espacios gubernamentales para arremeter contra la prensa que le incomoda, exhibe a los medios y a los reporteros de manera peligrosa e irresponsable. Nunca estará en igualdad de condiciones un periodista que el presidente en Palacio Nacional.
Lo que sucedió con el reportero de TV Azteca, Irving Pineda, el domingo 1º de diciembre, en el marco de la celebración de AMLO por su aniversario en el gobierno, pudo haber sido muy grave. Ante una multitud enojada, que piensa que la prensa es enemiga, porque su líder hace referencia a ello, no hay control que garantice su seguridad. Afortunadamente el hecho no pasó a mayores, incluso López Obrador señaló que fue un error y que esos eventos en vez de ayudar perjudican a su movimiento. Acto seguido, habló de los conservadores.
Otro aspecto que es sumamente cuestionable es sobre los reporteros que no reportean, de medios inexistentes que asisten a las conferencias matutinas. Esos personajes que se han convertido en parte de un montaje gubernamental. ¿Por qué el gobierno permite que asistan este tipo de personas? Porque no le importa, ni la fuente presidencial ni los medios de comunicación. El centro del espectáculo es López Obrador, aun con verdades a medias o mentiras. La consultora Spin, de Luis Estrada, ha señalado de manera puntual las inconsistencias y evasivas diarias del Presidente.
Finalmente, este mensaje de desdén que tiene López Obrador hacia los medios de comunicación no solo permea en sus seguidores, sino en los empleados de gobierno. En días pasados, el periodista Humberto Padgett narró una anécdota sobre su visita a Santa Lucía con la fuente que cubre al Presidente, en ella, señaló que un empleado de presidencia con desdén le cuestionó: “¿vienes de Ciro Gómez Leyva?”, remató diciendo: “me cae mal”.
Los empleados gubernamentales y, en particular, los que tienen como misión la logística y atención a los medios de comunicación no están para señalar sus gustos periodísticos, están para facilitar el trabajo de los representantes de los medios, no para hacer juicios de valor. Ellos son empleados que con nuestros impuestos se les pagan sus sueldos, si les cae bien o mal un periodista es irrelevante.
La prensa en los tiempos de la 4T está en un momento complicado, el país no mejorará en los siguientes meses y los medios de comunicación tendrán que seguir haciendo su trabajo. Desafortunadamente la presión presidencial no va a cambiar, al contrario, con el tiempo el enojo hacia los periodistas se puede agudizar y eso provocar una tensión que ya se palpa en las redes sociales y que puede trascender a lo personal. La libertad de expresión está en peligro, no es una exageración.