Entre las lecciones que nos comienza a dejar la pandemia del coronavirus se encuentra la de reconocer que existen tres principales derechos habilitadores, sin los cuales ningún otro derecho es posible: una adecuada alimentación, salud integral y educación de calidad.
Si como sociedad no enfocamos esfuerzos, recursos y prioridades para que todas las y los mexicanos tengan acceso pleno a estos tres derechos sociales esenciales, difícilmente alcanzaremos el desarrollo sostenible y la igualdad que todos aspiramos.
Hoy más que nunca, en el día internacional de la enfermería, debemos voltear a ver a todas y todos los trabajadores del sector salud que muchas veces, sin las condiciones ni apoyos necesarios para el desempeño de su función, hacen hasta lo imposible por cuidarnos y salvarnos en momentos en donde nuestra salud entra en riesgo.
Este renovado reconocimiento que ha despertado en nosotros el trabajo del sector salud en el contexto de la pandemia por Covid-19, debe materializarse en una solidaridad explícita para enfermeras, enfermeros, doctoras, doctores, camilleras y camilleros, personal de limpieza y todos los que hacen posible la atención en una clínica, hospital o centro de salud.
Exijamos que se preserven sus derechos a un empleo digno con equipamiento, instrumentos y uniformes adecuados a su actividad y riesgos en los que incurren; y que su esfuerzo sea debidamente reconocido a través de salarios que reflejen la importancia social que tienen todas estas actividades del sector salud.
Que no sea un aplauso de un día si no la materialización de ese agradecimiento de la sociedad para con ellas y ellos. Y se habla normalmente del día de la enfermera porque en su mayoría son mujeres quienes realizan esta actividad. De acuerdo con la Secretaría de Salud, el personal registrado de enfermería en el sector público a junio de 2018 ascendía a 305,204 elementos, de los cuales el 85.65% eran mujeres.
Y fuera de esta actividad en sus niveles técnico y profesional, también están todas aquellas cuidadoras (90% mujeres) que procuran la salud y el bienestar de adultos mayores, personas enfermas, personas con discapacidad y menores en el hogar. Esta es sin duda otra actividad que sin ser enfermería en estricto sentido, se asemeja mucho a la misma como una actividad informal, la mayoría de las veces no remunerada y desafortunadamente muy poco reconocida.
Que de esta pandemia resulte una gran lección de poner en su justa dimensión a quienes se la rifan todos los días por cuidar, atender y curar a nuestros enfermos y personas vulnerables tanto en instituciones como en el hogar. Nuestro profundo agradecimiento a todas y todos ellos.