Lo más importante que debemos de entender es que no regresaremos a la normalidad que teníamos antes de la aparición del coronavirus y estamos obligados comenzar a imaginarnos un mundo en donde se toman medidas permanentes de distanciamiento social, de higiene y de buenas prácticas para evitar el contagio y la constante propagación de esta enfermedad, COVID-19, hasta en tanto no se encuentren medicinas y vacunas para su control y cura, lo cual se calcula puede ser dentro de 12 o 18 meses.
En ese sentido, es relevante que la apertura paulatina de actividades se dé con mucho cuidado para evitar una nueva curva de elevamiento de contagios que vuelva a obligar a un encierro en el futuro.
Para que ello no suceda tenemos que ser muy disciplinados respecto de qué actividades comienzan a darse y con qué protocolos de seguridad, así como de cuáles deben ser las mediciones que deben aplicarse para observar cómo va desarrollándose esta enfermedad y su propagación. Además, se deben acotar las distintas tareas y trabajos de acuerdo a su prioridad en la economía y en lo que a creación de fuentes de empleos se refiere, pero sobretodo y más importante, teniendo como objetivo la preservación de la salud hacia adelante.
Es relevante reiterar que lo dicho respecto del aplanamiento de la curva de contagios, no quiere decir que se vaya a eliminar el virus o desaparecer la enfermedad, ya que seguirán entre nosotros, simplemente de lo que se trata es de que no enfermen tantas personas al mismo tiempo y con ello no se rebase la capacidad del sistema de salud para atenderlos.
Hay que acostumbrarnos a un mundo con COVID-19 que nunca va a volver a ser como el que teníamos antes, y en el cual más que nunca, es indispensable la veracidad y la transparencia en la información por parte del gobierno, así como la claridad y la unificación de mensajes respecto de las acciones y responsabilidades tanto de las autoridades, como de los ciudadanos.