Los ciudadanos comunes no estamos capacitados, ni tenemos la información para saber si es oportuno o no para que el Presidente retome sus giras de trabajo; para decir si es buen momento o no para que se reactiven otras actividades industriales, ni para determinar si es el tiempo adecuado para reanudar o no las clases presenciales en las escuelas.
Quien tiene la responsabilidad de tomar estas decisiones es el gobierno federal en función de datos, que deben ser fidedignos, verdaderos y sistematizados, basados, como lo recomiendan organismos internacionales, en la realización de pruebas y no con estimaciones de las estimaciones.
El problema es que ha quedado evidenciado que en México simplemente no sabemos bien cuántas personas contagiadas hay, ni tampoco cuántas personas han fallecido a causa del COVID-19. Entonces, si no tenemos información confiable a partir de la cual se puedan tomar decisiones objetivas, prudentes y responsables, tampoco tenemos forma de contestar la pregunta de si el Presidente debería o no retomar sus giras de trabajo.
Ahora, de acuerdo con la información solamente de extrapolaciones que ha dado el gobierno federal diariamente, el martes 26 de mayo se presentó el mayor número de defunciones con 501 personas fallecidas y las muertes diarias han disminuido poco desde el pico máximo la semana pasada: con 463 el miércoles, 447 el jueves, 371 el viernes, 364 el sábado, 151 el domingo y 237 el lunes. Dicho lo anterior, se antoja delicado que el jefe del Poder Ejecutivo realice giras, ya que puede poner en peligro su salud e integridad, pero también la de su equipo de trabajo y la de las y los ciudadanos que estarán presentes en sus eventos públicos.