En Nuevo León hay cerca de tres mil gimnasios, donde laboran miles de personas quienes desde marzo vieron suspendidos sus ingresos.
La reactivación económica nacional ya arrancó. No podemos perderla de vista, pues su correcto desarrollo será el punto clave para fortalecer a los sectores productivos del país, regresándoles el trabajo a las y los mexicanos.
Esta reactivación se debe realizar de forma integral, para llegar a todos los negocios; coordinada, porque los diversos actores de gobierno deberán plantear como realizarse; y responsable, con tal de evitar el menor riesgo de contagios.
La parálisis de los mercados en México trajo consigo, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de 2 millones de empleos formales perdidos y 12 millones de personas en edad de laboral en búsqueda de trabajo. Es decir que la reactivación es una urgencia de primer nivel que se combate contra reloj y que debe estar en balance con los protocolos de salubridad.
Pero fuera de este panorama nacional, a quienes se debe atender con ímpetu son a las micro, pequeñas y medianas empresas, pues ellos son los que generan 90 por ciento de los empleos en Nuevo León y en el resto del país. Estar atentos a los espacios donde haya un mayor movimiento de trabajos debe ser una prioridad en la estrategia de reactivación nacional.
Justo ahí es donde la se insertan los gimnasios, dado que poner en actividad estos negocios es sustancial. Pero no me refiero a las grandes cadenas, sino a los negocios familiares, de las colonias que viven al día de estos micro- negocios
El domingo pasado, junto con el presidente de la Asociación de Gimnasios Unidos del Estado de Nuevo León, Daniel López, abrimos esta conversación para permitirles abrir las cortinas con las medidas adecuadas, ya que han sido un sector muy dañado con las políticas tomadas frente a la epidemia. Tan es así que muchos de estos negocios no volverán a abrir, pues el pago de rentas y los gastos corrientes se comieron esa posibilidad.
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De los gimnasios depende el trabajo de fisioterapeutas, nutriólogos, entrenadores personales, quiroprácticos, personal administrativo, ventas de comidas nutritivas, vendedores de ropa deportiva y calzado deportivo. Toda una industria que debe tomarse en cuenta para no borrar más trabajos.
Estamos hablando de una economía de 50 millones mensuales en Nuevo León a la que se le ha impedido continuar sus actividades al señalar que el sudor podría ser un espacio de contagio. Pero no se está tomando en cuenta los gimnasios ya cuentan con protocolos entre las que se encuentra que haya una persona por cada siete metros cuadrados, además de un escalonamiento del personal en las unidades.
En Nuevo León hay cerca de tres mil gimnasios, donde laboran miles de personas quienes desde marzo vieron suspendidos sus ingresos, ya que las autoridades sanitarias no les permitían abrir. Son los dueños de los gimnasios los primeros en actuar responsablemente y no es justo que se les deje al margen, permitiendo que cines e incluso el Parque Fundidora antes que a ellos.
Claramente, existen mayores posibilidades de contagio en el transporte en Nuevo León. El congestionamiento en el metro, camiones y calles va en incremento y es más gravoso subirse a un camión para llegar al trabajo que ir a un gimnasio.
La activación de los gimnasios generan bienestar, disminuyendo los niveles de ansiedad y estrés, lo cual genera condiciones en las personas para generar defensas contra el Covid-19.
Ya estamos inmersos en la crisis económica más fuerte que hemos tenido en los últimos 30 años y queda en nuestras manos aportar a la solución, optando por apoyar a los micro negocios, que han sido los más afectados.