Ha casi un año de la pandemia por el SARS-CoV-2 (Covid-19), los desafíos que se presentan para el mundo son cada vez más imperantes. He comentado en varias ocasiones que los países, principalmente el nuestro, se deben reinventar, buscar nuevas y mejores oportunidades para reactivar cada uno de los sectores que se han visto fuertemente impactados con esta “nueva normalidad.”
Una de las oportunidades para la reactivación y la creación de nuevos rumbos es la eficiente vinculación entre el sector educativo, el sector público y el sector privado. Según el Banco Mundial (BM, 2020), “la educación es un derecho humano, un importante motor del desarrollo y uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza, mejorar la salud y lograr la igualdad de género, la paz y la estabilidad”.
Entre los mecanismos exitosos que ha generado esta vinculación se encuentra el modelo conocido como “Triple Hélice”, en el que convergen el conocimiento de la academia, la capacidad económica de la empresa y el poder político del Estado.
Un ejemplo valioso de este modelo es el aplicado por la NASA, en el que el esfuerzo de estos sectores ha impactado en el desarrollo de importantes científicos, innovaciones para el mundo y la reducción de costos operativos.
Otro caso exitoso es el “Modelo Dual”, implementado en Alemania, el cual se ha convertido en un éxito de exportación, ya que, desde hace más de 8 años, el gobierno alemán presentó la invitación para que los países interesados se convirtieran en socios en la ejecución de este modelo. Países como Austria, Suiza, Luxemburgo y Dinamarca han apostado de manera exitosa.
En nuestro país, a partir de 2013, la Secretaría de Educación Pública, en vinculación con la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria (Camexa), lanzaron el piloto del Modelo Dual. México ha adoptado este modelo, principalmente en la industria automotriz, y son aproximadamente once estados involucrados en la vinculación empresarial, gobierno y universidades; sin embargo, aún falta mucho por hacer.
Actualmente, casos como el del sector salud requieren de este tipo de sinergias, en el que el intelecto colabore en conjunto con la industria hospitalaria, la industria farmacéutica, entre otras, para contribuir con el Estado en ejecutar acciones resolutivas para la sociedad.
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No es coincidencia que los países más avanzados son los que mejores modelos educativos han desarrollado; la interacción de estos sectores ha incentivado la creatividad, la investigación y las innovaciones, lo que permite que el sector empresarial exporte valor agregado.
En la medida en que las universidades, el gobierno y las empresas logren crear mecanismos de interacción eficientes, se generarán beneficios tripartitos. Lo anterior fomentará la educación para la innovación, una fuerza laboral resiliente, el desarrollo de mejores prácticas, visión global empresarial y el involucramiento del Estado en el diseño de políticas públicas focalizadas, lo que al final detonará en un desarrollo regional.