Una de las prácticas más deleznables, reprobables e inadmisibles sin duda es la trata de personas, más aún cuando se trata de menores de edad y de niñas, como el caso de Guerrero documentado por Publimetro.
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Lamentablemente, en diversas partes del mundo y México no es la excepción esta situación aún está presente en diversas comunidades.
Durante mucho tiempo se ha venido dando la batalla para impedir que se comercie con las personas o se busque obtener algún beneficio a cambio de la explotación laboral o sexual de esas niñas o para que asuman compromisos para los cuales no están preparadas por su corta edad. Ese es el caso, por ejemplo, de matrimonios forzados.
Cada vez somos más las voces que se suman a esa lucha contra la trata de personas que, en muchas ocasiones, son víctimas de redes delincuenciales.
En ese sentido, desde el Congreso hemos impulsado leyes para perseguir y castigar más severamente ese tipo de actividad e incluso recientemente aprobamos una reforma legal para prohibir el matrimonio o el trabajo de los adolescentes.
Sin embargo, no solo se debe combatir ese mal social con políticas públicas y las leyes.
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Es indispensable trabajar con las comunidades y las familias para concientizarlas que los derechos de cualquier persona y, en especial, de las mujeres, niñas, niños y adolescentes no son negociables bajo ningún concepto.
Como lo ha señalado el presidente de la República no hay que estigmatizar a ninguna comunidad como a la Sierra de Guerrero, porque ese fenómeno tristemente se presenta en todos los sectores de la sociedad.
Lo que debemos hacer es reforzar el trabajo en las comunidades para transformar la cultura misógina que no valora a las mujeres.
Esta es una tarea que nos compete a toda la sociedad y, por supuesto, a las autoridades de los tres niveles de gobierno para garantizar que en especial las niñas tengan las oportunidades que por derecho y justicia les corresponde.