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La muerte de Muhammad Ali conmocionó al mundo entero. El considerado mejor boxeador de todos los tiempos falleció a los 74 años en un hospital de Arizona, el viernes 3 de junio por la tarde.
«The Greatest», quien dejó como legado una lucha incansable por los derechos civiles y grandes combates en el cuadrilátero, protagonizó una mediática polémica durante los años 60.
Cassius Clay, nombre con el que nació el boxeador, decidió convertirse al Islam después de conquistar el Campeonato Mundial de los pesos pesados ante Sonny Liston, en 1964.
Con 22 años de edad y sumergido en una sociedad que vivía varios levantamientos por los derechos civiles, Clay anunció que pertenecía al Movimiento Musulmán Negro en Estados Unidos, para luego difundir que se llamaría Cassius X, en honor a Malcolm X.
Pero finalmente, Elijah Muhammad, jefe del movimiento del que Cassius era parte, lo bautizó como Muhammad Ali.
El boxeador siempre defendió la idea de que su apellido oficial, Clay, sólo era el sobrenombre de sus antecesores esclavos que había sido establecido por sus amos.
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Ya con Muhammad Ali como su nombre, los periodistas deportivos tardaron en acostumbrarse a esta situación, pero fue Howard Cosell -famoso reportero deportivo estadounidense- quien impulsó esta decisión del antes conocido como Cassius Clay; la prensa cedió.
Tras el nacimiento de Muhammad Ali no sólo como deportista, sino como defensor de los derechos civiles, el originario de Louisville, Kentucky, enfrentó diversas problemáticas dentro y fuera del ring.
En 1967, Ali se negó a alistarse en el ejército de los Estados Unidos para acudir a la Guerra de Vietnam, alegando ser «objetor de conciencia», situación que le valió ser acusado de deserción por el Gran Jurado Federal de los Estados Unidos y ser exiliado, por tres años, del mundo deportivo.
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