Selección Mexicana

Las razones para ofrecerle disculpas a Juan Carlos Osorio

El cafetalero dejó en claro que el aprendizaje es parte de la vida y jamás debemos darnos por vencidos cuando creemos tener la fórmula para llegar a la gloria

(Clive Rose/Getty Images)

No hay sociedad más querida en el mundo que la mexicana. La gente se caracteriza por ser unida y lo ha demostrado en los momentos más difíciles, no solo de manera interna sino externa, pues, aunque siempre existen dificultades entre nosotros, en los momentos más complicados le extendemos la mano a los que nos necesitan, ya que nuestro corazón no tiene límites y mucho menos muros que nos separen.

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De niños nos enseñan a ser compartidos y nunca dejar de luchar por nuestro sueño: sea cual sea. Pero con el tiempo y las experiencias que la vida misma nos enseña durante las 24 horas de los siete días de la semana, se nos olvida la humildad que es fundamental para un crecimiento, no solo personal sino profesional y, cuando vemos a otros crecer, la envidia corre por nuestras venas y hacemos hasta lo imposible porque esa luz comience a apagarse de otro ser que no se mete con nadie, pues lo que busca es ser más humano para sí mismo y ser un ejemplo hacia las futuras generaciones.

No, no es que el mexicano no quiera triunfar; lo que ocurre es que nosotros le ponemos trabas a los que en verdad quieren conseguir su objetivo con base a trabajo, esfuerzo y también con la ilusión de hacer un verdadero cambio en entorno: sin corrupciones, que por cierto, existe en todos los niveles sociales y en cada rincón del planeta.

El ahora técnico de la Selección mexicana, Juan Carlos Osorio, llegó a una nación que millones de personas quisieran habitar, pues México es sinónimo de alegría, amor, coraje, pasión, trabajo; con hermosa gente que nunca le dice que no a nadie, ya que la hermandad es parte de nuestra esencia, aunque para el cafetalero no fue así a su llegada.

Muchos critican el arribo de otras personas que no son nativas de tierras aztecas, pues ven que solo vienen a «incomodar y a romper» las reglas que se impusieron dentro de nuestra sociedad, pero nuestra historia nos indica que los extranjeros no solo vienen a quitarnos espacio sino a darnos conocimiento.

Desde la conquista española en México, se considera «traición» darle un puesto importante a gente que no nació en dicha tierra, pero con el tiempo y dejando en claro que vienen a trabajar, las escenas comienzan a tener un panorama diferente.

Sí, nunca se olvidarán las más terribles derrotas del combinado azteca  a lo largo del balompié internacional y mexicano contra Chile en la Copa América 2016 por marcador de 7-0, y la que nos propinó Alemania en la Copa Confederaciones por 4-1 el año pasado.

Osorio pulió detalles de sus propios aprendizajes y lo demostró en el debuto del Tricolor en el Mundial de Rusia 2018, cuando un porcentaje amplio de la sociedad mexicana, junto con los propios medios de comunicación, no le dieron un sólo voto de confianza a un personaje que durante 49 partidos tuvo 49 rotaciones, mismas que jamás fueron del agrado del fanático del futbol.

Rodó el balón en el Estadio Luzoniki y las ilusiones comenzaron junto con los 11 guerreros que presumían portar, orgullosos, los colores de una nación que carece de alegrías -por cuestiones internas- pero una mentalidad sana, nada maleada, estudiada, con mucha confianza en su trabajo, y en jóvenes que alzaron la voz y dieron un fuerte golpe dentro del terreno de juego.

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Los críticos callaron; los opositores comenzaron a tocar las puertas del barco que viaja hacia un rumbo que nadie imagina alcanzar: ser campeones del mundo con el Tri mayor, pero él, un solitario cafetalero, sí confía en el conocimiento que le brindó un camino lleno de piedras que lo laceraron, pero jamás se detuvo, como ese pequeño que nunca dejará de pelear por un caramelo que tarde o temprano le dibujará una sonrisa en el rostro.

Fueron 4 mil 410 minutos los que tuvieron que pasar dentro del tapete verde para que Juan Carlos Osorio rompiera la maldición de no ganarle a una potencia como la es la teutona, pero antes -casi nadie recuerda- lo hizo al opacas al rival más odiado de México: Estados Unidos, mismo equipo que ve la gloria de un pueblo creyente desde su hogar.

No es novedad que alguien alejado a nuestra realidad crea más en nosotros mismos, pero lo que nos deja, como aprendizaje, es nunca darle la espalda a un ser que ama lo que hace, pues la vida premia a quienes confían ciegamente en ellos mismo.

Walt Disney lo dijo: «Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos».

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