El Atlético de Madrid reafirmó su reacción ante el Levante, al que doblegó con goles del argentino Ángel Correa y del brasileño Felipe Monteiro, pero sobre todo con una parada final de Jan Oblak, para volver al podio de la Liga, insistir en su persecución del Barcelona y del Real Madrid y sostener su evolución.
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A la espera de versiones más concluyentes y desafíos mayores, el primero la próxima semana en la Supercopa de España en Arabia Saudi, fue una victoria práctica en el estadio Wanda Metropolitano, con la que superó al Sevilla en la clasificación por mejor de diferencia de goles y con la que no pierde de vista ni al Madrid ni al Barcelona.
Mientras, el Atlético prosigue con su recuperación. Los resultados -cuatro victorias seguidas, tres en Liga- son una prueba ya irrebatible. Es su mejor racha del curso. También su irrupción de nuevo en el podio de la clasificación, un sitio natural casi siempre en la era Simeone, pero nada habitual hasta ahora esta temporada.
De la serie de sólo cinco triunfos en 18 encuentros oficiales a la secuencia de victorias actual hay varios factores determinantes: el Atlético ha ajustado más sus mecanismos tácticos, ha mejorado su presión, ha realzado su ambición, ha afinado su precisión, ha logrado jugar más en campo rival, ha restablecido su equilibrio…
Y, sobre todo, ha recuperado el gol. Un problema no hace mucho, ya aparentemente no lo es. No tiene una pegada infalible, pero su porcentaje de acierto ha aumentado sobre la portería contraria, con todo lo que eso supone en una Liga con tanta igualdad, en la que cada partido se mueve el filo de un detalle, de ser eficaz o no.
No lo fue en la primera ocasión, ni siquiera con el primer minuto aún cumplido, cuando ni Correa ni Joao Félix ni Saúl descubrieron el gol en tres remates seguidos dentro del área, pero sí en la segunda, al borde del cuarto de hora. Un golazo. Desde la izquierda y del envío alto y profundo de Thomas a la esquina derecha, al centro de primeras de Trippier y al remate, de primeras también, de Correa.
Hace seis meses, en verano, el atacante argentino figuraba en la lista de salidas del club. Ahora, es un activo fundamental en la reacción del Atlético. De los últimos cinco goles de su equipo, él ha marcado dos y ha dado otros dos. Fue de lo mejor del conjunto madrileño, entre la intranscendencia este sábado de Joao Félix.
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No fue definitivo el 1-0, como tantas otras veces. Necesitó más. Lo comprobó de inmediato, casi a la siguiente jugada, con el 1-1 del Levante. Su destreza a balón parado es casi incontestable. Lo confirmaron Campaña, como asistente en una falta en medio campo, y Roger, como goleador con una volea dentro del área pequeña que se alió con el toque involuntario de Morata para batir a Oblak.
Hubo algo de despiste defensivo, pero también una ejecución compleja que pareció tan simple por la habilidad de los dos protagonistas. Sólo dos toques para el 1-1. Y sólo dos minutos más para el 2-1. Porque el Atlético contestó con celeridad y con el poder aéreo, también ofensivo, del brasileño Felipe. 2-1. Minuto 18.
Aún mantiene el conjunto rojiblanco esa predisposición a dar un pasito atrás cuando domina el marcador. Por ahí creció el Levante, por ahí se sintió más lejos del tercer gol el Atlético, por ahí el partido perdió atractivo y por ahí al descanso se contaron dos oportunidades más: un tiro de Rochina y otro remate de Correa.
Y por ahí, también en el segundo tiempo, el encuentro se movió en una indefinición, por momentos incertidumbre, que ni consolida al ganador ni desenfoca al perdedor parcial; en este caso el Levante, que incluyó en el campo a Morales en el descanso, que nunca desistió y que insistió en la igualada con más intenciones que ocasiones.
Hasta que exigió la intervención de Jan Oblak, en el minuto 83 y en el 93, con dos remates incontestables, menos para la sensacional respuesta del portero esloveno, que retuvo el triunfo del Atlético, reafirmado a golpe de resultados, lo esencial hoy por hoy.