La histórica medalla de plata que Daniel Aceves Villagrán ganó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 le cambió la vida para siempre. Gracias a su hazaña pudo insertarse en ámbitos de la sociedad en los que quizá no hubiera podido tener acceso sin ese metal colgado en su cuello.
«El ser olímpico te da un estatus social irreversible, un reconocimiento a nivel internacional. Un medallista olímpico vive y muere diferente, es un movilizador social. Hace 37 años era un deporte amateur, no habían estímulos económicos. Nosotros fuimos una familia como la mayoría en nuestro país con dificultades económicas serias, mi papá tenía ya una salida de su carrera deportiva y vivimos en una familia con siete integrantes, cuatro hijos, dos papás y la abuelita y creo que la medalla olímpica me dio la posibilidad de insertarme en otros ángulos de la vida y la sociedad a la que no hubiera tenido acceso. Es por eso que hay una gratitud permanente para el deporte, el movimiento olímpico, sobre todo para quienes ayudaron a que ese sueño olímpico se consumara», afirmó Aceves en una entrevista con Publisport.
La humanidad tiene que congratularse porque estos 11,500 atletas de 206 países van dar un mensaje de sobreponerse a la adversidad y creo que ese mensaje la podríamos llevar a muchos campos del quehacer humano
Tu medalla fue algo «inusual», en lucha grecorromana, porque hasta ese entonces eran otros los deportes que daban preseas a México…
«A mi me correspondió ser el primer medallista olímpico no solo mexicano, sino también primer latinoamericano y primer hispano parlante en obtener una medalla en la lucha grecorromana. Estaba rankeado dentro de los primeros seis del mundo porque había obtenido ya un campeonato mundial juvenil, medallas a nivel regional, continental e internacional y accediendo al podio en diversos torneos de América, sin duda alguna era una sorpresa la que se presentaba porque ademas era la medalla numero 37 en la historia de México».
Un buen resultado de la delegación mexicana sería tener entre cuatro y cinco medallas, más allá de eso sería extraordinario
¿En qué momento te diste cuenta de que eras una esperanza real de medalla?
«Nadie puede saberse ganador en ningún sentido, pero tampoco perdedor. Siempre tuve la idea de llegar a uno Juegos Olímpicos. Mi papá fue luchador profesional (Bobby Bonales) y como tal siempre quise emular su tránsito a través de la lucha libre, lo hice en la lucha olímpica. La idea de ser medallista la tuve desde muy niño cuando vi los juegos de Montreal 76. Vi a Nadia Comaneci, también a Daniel Bautista y Juan Paredes ganar medallas para México y creo que eso te marca mucho en tu niñez y va incorporando un sueño que vas teniendo a través del tiempo».
¿Qué pasó después de Los Ángeles 84? Ya no te vimos en Seúl 88 para defender tu título
«Uno de los problemas de los deportes de contacto son las lesiones. Hasta el momento llevo cuatro cirugías en las rodillas. Después de los Juegos de Los Ángeles, en la copa del mundo de Tokio, Japón gané la medalla de plata, tuve un campeonato mundial militar en la URSS, me clasifiqué para el siguiente ciclo olímpico pero las cirugías afectaron mi rendimiento y me hicieron tomar la determinación de abandonar un sueño para ir en busca de otro. En ese entonces la voluntad familiar era terminar una carrera profesional y así lo hice en la licenciatura en derecho. Posteriormente fui el primer medallista olímpico mexicano que tuvo un cargo de elección popular, fui diputado en el entonces Distrito Federal y realicé una carrera de 35 años en la administración pública. En estos últimos dos años me he incorporado a la fundación Alfredo Harp Helú para el deporte y hemos estado integrándonos al comité ejecutivo del Comité Olímpico Mexicano».
¿Sigues pensando que el resultado en aquella final olímpica ante el japonés Atsuji Miyahara fue injusto?
«Dicen que el ‘el agua en boca propia es vituperio’, en este caso no aplica porque en los videos se puede testificar que hubo un toque de espaldas por más de 15 segundos cuando el reglamento habla de que con un solo segundo que toquen los omoplatos de la espalda termina un combate. Un árbitro francés lo omitió e hizo todo lo posible para que corriera el tiempo y el japonés pudiera salirse del agarre. En ese momento Mario Vázquez Raña no accedió a incorporar la protesta correspondiente para la revisión de los videos, dijo que estaba satisfecho con una medalla de plata. Al fin y al cabo es una historia que ya, al paso del tiempo y por cumplir 37 años queda en la anécdota. Creo que si debió haber sido la medalla de oro, no obstante me siento muy gratificado con las circunstancias de la vida, con toda la gente que me apoyó fundamentalmente mi familia y ser subcampeón olímpico creo que permite de alguna manera justificar nuestra existencia».
FUE LUCHADOR PROFESIONAL
Como un homenaje a su padre Bobby Bonales, Daniel Aceves incursionó en la lucha libre profesional después de su etapa olímpica.
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«Practiqué la lucha libre profesional en una etapa ya muy adulto como un homenaje a mi papá (Bobby Bonales). Lo hice enmascarado con el nombre de Siglo XXI y eso nos permitió estar ligados al Consejo Mundial de Lucha libre en los años en los que participé bajo la tutela de Guillermo Díaz, también olímpico mexicano y luchador profesional. No me quise quedar con las ganas de subir a un encordado, de tener esa preparación y seguir reconociendo a las mujeres y hombres que se dedican a una de las profesiones más complejos que hay dentro el deporte. Son heroínas y héroes que hoy en día tienen un episodio muy complejo con la pandemia del Covid-19″.
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Kilogramos, la categoría en que Daniel Aceves disputó la gran final de lucha grecorromana en Los Ángeles 1984
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Medallas olímpicas se obtuvieron Los Ángeles 1984, dos de oro con Ernesto Canto y Raúl González en marcha, tres de plata con el mismo González, Héctor López en boxeo y Aceves en lucha y un bronce con Manuel Youshimatz en ciclismo