No importa si sólo estás de paso o tienes que usar el transporte para ir a trabajar o regresar a casa, si te subes al Dinámico tu noche jamás será igual. A mí me paso así. Conocí los «Mamalones», como los choferes llaman a sus autobuses iluminados, durante mi primera visita a Acapulco. Era noche y decidí tomar el transporte público de regreso a mi hotel porque sus luces eran más sexis que los taxis de sitio.
Así fue. En cuanto subí fue una locura: todo brillaba y las luces neón que cubrían los asientos parpadeaban al ritmo de una cumbia. El paisaje oscuro quedaba atrás mientras avanzábamos en una disco. Nunca lo olvidé y como todo lo que no olvido, regresé.
Mi trayecto comenzó en el Dinámico, manejado por Manuel, un chofer joven que proyecta videos de cumbia y reguetón través de las pantallas que instaló en su autobús. En los pasillos puso luces de neón que resaltan los nombres de algunas mujeres de su vida: Jennifer y Guadalupe, y en un letrero que brilla con la luz se lee: «Dios aborrece el divorcio».
«Heredé la tradición de arreglarlo y acondicionarlo como lo tenía mi patrón. A pesar de todo lo que se vive en Acapulco, como la inseguridad, buscamos que las tradiciones no terminen”, José
Parece un antro al que llegaste temprano y poco a poco se va llenando. En cada parada los pasajeros comienzan a subir: familias de turistas con chanclas y playeras que dicen «Acapulco»; un trabajador de turismo con traje blanco y sin mangas; parejas de enamorados y algunas enfermeras. Lo recuerdo bien porque el blanco mezclado con la luz neón es espectacular.
Un grupo de chicas mueve los brazos al ritmo de «Estúpido», cumbia del grupo Los Papis, que suena fuerte a través de las bocinas. «No importa si estás de malas o cansado, cuando te subes se pone el ambiente, la gente olvida sus problemas y el camino se siente más rápido con la música», dice amablemente Manuel, quien no me dejó pagar pasaje en el Dinámico.
Cada autobús tiene un tema diferente y conforme avanzaba la noche me subí al siguiente: el Simpsons. Al subir pude ver una decena de peluches colgados que bailan al movimiento del camión. José, el chofer, me cuenta que se le ocurrió porque a sus hijos les gustaban mucho y decidió colgar sus muñecos en lo alto del camión. Ahí brillan junto a las luces moradas y azules.
Este tipo de transporte funciona de las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche. «Sólo quitamos las luces durante el mediodía, pero por la mañana a los trabajadores y los estudiantes todavía les toca la música y las luces». Algunos transportistas dicen que los autobuses iluminados son una tradición que existe desde los 80, otros cuentan que lleva más de 40 años, por su parte José recuerda: «Desde que iba en la secundaria ya me subía, echábamos desmadre y bailábamos, era la época de escuelero».